Revolución francesa
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La Revolución francesa fue un proceso social y polÃtico que se desarrolló en Francia entre 1789 y 1799 cuyas principales consecuencias fueron la abolición de la monarquÃa absoluta y la proclamación de la República, eliminando las bases económicas y sociales del Antiguo Régimen.
Si bien la organización polÃtica de Francia osciló entre república, imperio y monarquÃa durante 75 años después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de Napoleón Bonaparte, lo cierto es que la revolución marcó el final definitivo del absolutismo y dio a luz a un nuevo régimen donde la burguesÃa, y en algunas ocasiones las masas populares, se convirtieron en la fuerza polÃtica dominante en el paÃs.
[editar] Causas de la Revolución
En términos generales fueron varios los factores que influyeron en la Revolución: a un régimen monárquico sucumbiendo a su propia rigidez en un mundo cambiante se unió el surgimiento de una clase burguesa que cobraba cada vez mayor relevancia económica y el descontento de las clases más bajas, junto con la expansión de las nuevas ideas liberales que surgieron en esta época y que se ubican bajo la firma de «La Ilustración».
De manera más detallada las causas puntuales de la Revolución incluyen el auge de la burguesÃa, con un poder económico cada vez más grande y fundamental en la economÃa de la época. El odio contra el absolutismo monárquico se alimentaba con el resentimiento contra el sistema feudal por parte de la emergente clase burguesa y de las clases populares.
Desde el punto de vista polÃtico, tuvo importancia la extensión de nuevas ideas en este periodo de Ilustración, tales como las expuestas por Voltaire, Rousseau o Montesquieu (como por ejemplo, los conceptos de libertad polÃtica, de fraternidad y de igualdad, o de rechazo a una sociedad dividida, o las nuevas teorÃas polÃticas sobre la separación de poderes del Estado). Todo ello fue rompiendo el prestigio de las instituciones del Antiguo Régimen y ayudaron a su derrumbe.
Desde el punto de vista económico, la inmanejable deuda del estado fue exacerbada por un sistema de extrema desigualdad social y de altos impuestos que los estamentos privilegiados, nobleza y clero, no tenÃan obligación de pagar, pero que sà oprimÃa al resto de la sociedad. Hubo un aumento de los gastos del Estado y el descenso de los beneficios para los terratenientes y los campesinos, y una escasez de alimentos en los meses precedentes a la Revolución. Con el tiempo se agudizaron las tensiones, tanto sociales como polÃticas, que se desataron cuando se produjo una gran crisis económica a consecuencia de dos hechos puntuales: la colaboración interesada de Francia con la causa de la independencia estadounidense (que ocasionó un gigantesco déficit fiscal) y la disminución de los precios agrÃcolas.
El conjunto muestra un resentimiento generalizado dirigido hacia los privilegios de los nobles y el dominio de la vida pública por parte de una ambiciosa clase profesional, en el contexto de la Independencia de los Estados Unidos, proceso revolucionario que abrió los horizontes de cambio polÃtico a los franceses.
[editar] Antecedentes
La revolución francesa fue producto de muchos factores internos y externos que tuvieron mucha importancia a la hora de la manifestación en general, es importante mencionar también que estos hechos fueron provocados por el desequilibrio de la nación económica, social y culturalmente ya que no todos estaban en condiciones de igualdad.
La actividad revolucionaria comenzó a gestarse cuando en el reinado de Luis XVI (1774-1792) se produjo una crisis en las finanzas reales, que en aquel entonces se equiparaban a las finanzas del Estado, debido al crecimiento de la deuda pública.
Si bien Francia era un paÃs con una economÃa en expansión, tenÃa una estructura social conflictiva y un estado monárquico en crisis. De hecho, puede hablarse de una crisis del Antiguo Régimen en toda Europa Occidental, pero la forma en que esta crisis se dio en el Estado francés, siendo su causa principal la crisis del campo y los levantamientos campesinos, además de la existencia de una burguesÃa que habÃa adquirido conciencia de su papel, explican que pudiera darse en Francia una revolución con consecuencias mucho mayores a las que tuvieron otros levantamientos de corte liberal de la época.
ExistÃa una oposición generalizada contra reglas económicas y sociales que favorecÃan a grupos privilegiados. El Estado francés padecÃa una grave crisis financiera (gastaba mucho más de lo que ingresaba), en parte debido al apoyo económico enviado por el gobierno a las 13 colonias inglesas en la guerra de independencia.
Durante el reinado de Luis XV y Luis XVI, diferentes ministros, incluyendo Turgot y Necker, trataron sin éxito de reformar el sistema impositivo y convertirlo en un sistema más justo y uniforme. Tales iniciativas encontraron fuerte oposición en la nobleza, que se consideraba a sà misma garante en la lucha contra el despotismo. Tras la renuncia de estos ministros, se nombró en 1783 a Charles de Calonne a cargo de las Finanzas.
Calonne indicó, tras un estudio detallado de la situación financiera, que ésta no era sostenible y que se precisaba llevar a cabo reformas importantes. En particular, prescribÃa un código tributario uniforme en lo concerniente a la tenencia de tierras. Aseguraba que asà se permitirÃa un saneamiento de las finanzas. Sin embargo, aunque Calonne convenció al rey de la necesidad de la reforma propuesta, la Asamblea de notables rehusó aceptar estas medidas, insistiendo en que únicamente podÃa aprobar dicha reforma un órgano representativo —preferentemente, los Estados Generales («états généraux»). El rey, viendo que Calonne se habÃa convertido en un estorbo, lo despidió y reemplazó por Étienne de Loménie de Brienne, el arzobispo de Toulouse, quien habÃa sido lÃder de la oposición en la Asamblea.
Brienne intentó llevar a cabo las reformas propuestas por Calonne, pero éstas encontraron nuevamente una fuerte oposición, sobre todo por parte del Parlamento de ParÃs. Brienne trató de proseguir con la reforma tributaria a pesar de los parlamentos, pero esto ocasionó una masiva resistencia de los grupos pudientes que desembocó en el retiro de los préstamos a corto plazo. Tales préstamos daban oxÃgeno y vida a la economÃa del estado francés en aquel momento, por lo que esto indujo, prácticamente, una situación de bancarrota nacional.
Derrotado, Brienne renunció en agosto de 1788 y Necker volvió a tomar las riendas de las finanzas francesas. Fue también por aquellos dÃas que se convocó (para mayo de 1789) a los Estados Generales, por primera vez desde 1614.
[editar] Los Estados Generales de 1789
Los Estados Generales estaban formados por los representantes de cada estamento. Estos estaban separados a la hora de deliberar y tenÃan sólo un voto por estamento. La convocatoria fue un motivo de preocupación para la oposición, por cuanto existÃa la creencia de que no era otra cosa que un intento, por parte de la monarquÃa, de manipular la asamblea a su antojo. La cuestión que se planteaba era importante. Estaba en juego la idea de SoberanÃa Nacional, es decir, admitir que el conjunto de los diputados de los Estados Generales representaba la voluntad de la nación.
El tercer impacto de los Estados Generales fue de gran tumulto polÃtico, particularmente por la determinación del sistema de votación. El Parlamento de ParÃs propuso que se mantuviera el sistema de votación que se habÃa usado en 1614, si bien los magistrados no estaban muy seguros acerca de cuál habÃa sido en realidad tal sistema. Si se sabÃa, en cambio, que en dicha asamblea habÃan estado representados (con el mismo número de miembros) el clero (Primer Estado), la nobleza (Segundo Estado) y la burguesÃa (Tercer Estado). Inmediatamente, un grupo de liberales parisinos denominado «Comité de los Treinta», compuesto principalmente por gente de la nobleza, comenzó a protestar y agitar, reclamando que se duplicara el número de asambleÃstas con derecho a voto del Tercer Estado (es decir, los «Comunes»). El gobierno aceptó esta propuesta, pero dejó a la Asamblea la labor de determinar el derecho de voto. Este cabo suelto creó gran tumulto.
El rey y una parte de la nobleza no aceptaron la situación. Los miembros del Tercer Estamento se autoproclamaron Asamblea Nacional, y se comprometieron a escribir una Constitución. Sectores de la aristocracia confiaban en que estos Estados Generales pudieran servir para recuperar parte del poder perdido, pero el contexto social ya no era el mismo que en 1614. Ahora existÃa una élite burguesa que tenÃa una serie de reivindicaciones e intereses que chocarÃan frontalmente con los de la nobleza (y también con los del pueblo, cosa que se demostrarÃa en los años siguientes).
[editar] La Asamblea Nacional
Cuando finalmente los Estados Generales de Francia se reunieron en Versalles, el 5 de mayo de 1789 y se originaron las disputas respecto al tema de las votaciones, los miembros del Tercer Estado debieron verificar sus propias credenciales, comenzando a hacerlo el 28 de mayo y finalizando el 17 de junio, cuando los miembros del Tercer Estado se declararon como únicos integrantes de la Asamblea Nacional: ésta no representarÃa a las clases pudientes sino al pueblo en sÃ. La primera medida de la Asamblea fue votar la «Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano». Si bien invitaron a los miembros del Primer y Segundo Estado a participar en esta asamblea, dejaron en claro sus intenciones de proceder incluso sin esta participación.
La monarquÃa, opuesta a la Asamblea, cerró las salas donde ésta se estaba reuniendo. Los asambleÃstas se mudaron a un edificio cercano, donde la aristocracia acostumbraba a jugar el juego de la pelota, conocido como Jeu de paume. Allà es donde procedieron con lo que se conoce como el «Juramento del Juego de la pelota» el 20 de junio de 1789, prometiendo no separarse hasta tanto dieran a Francia una nueva constitución. La mayorÃa de los representantes del clero se unieron a la Asamblea, al igual que 47 miembros de la nobleza. Ya el 27 de junio, los representantes de la monarquÃa se dieron por vencidos. También por esa fecha grandes contingentes de tropas militares comenzaron a llegar a ParÃs y Versalles. Los mensajes de apoyo a la Asamblea llovieron desde ParÃs y otras ciudades. El 9 de julio la Asamblea se nombró a sà misma «Asamblea Nacional Constituyente».
[editar] Estalla la revolución

El 11 de julio de 1789, el rey Luis XVI, actuando bajo la influencia de los nobles conservadores al igual que la de su hermano, el Conde D'Artois, despidió al ministro Necker y ordenó la reconstrucción del Ministerio de Finanzas. Gran parte del pueblo de ParÃs interpretó esta medida como un auto-golpe de la realeza, y se lanzó a la calle en abierta rebelión. Algunos de los militares se mantuvieron neutrales, pero otros se unieron al pueblo.
El 14 de julio el pueblo de ParÃs respaldó en las calles a sus representantes y, ante el temor de que las tropas reales los detuvieran, asaltaron la fortaleza de la Bastilla, sÃmbolo del absolutismo monárquico pero también punto estratégico del plan de represión de Luis XVI, pues sus cañones apuntaban a los barrios obreros. Tras cuatro horas de combate, los insurgentes tomaron la prisión, matando a su gobernador, el Marqués Bernard de Launay. Si bien sólo cuatro presos fueron liberados, la Bastilla se convirtió en un potente sÃmbolo de todo lo que resultaba despreciable en el antiguo régimen. Retornando al Ayuntamiento, la multitud acusó al Alcalde Jacques de Flessilles de traición, siendo ejecutado.
La Revolución se fue extendiendo por ciudades y pueblos, creándose nuevos ayuntamientos que no reconocÃan otra autoridad que la Asamblea Nacional. Los campesinos dejaron de pagar impuestos y destruyeron castillos y todo lo que simbolizara al feudalismo. La Asamblea Nacional, actuando detrás de los nuevos acontecimientos, suprimió por ley las servidumbres personales (abolición del feudalismo), los diezmos, y las justicias señoriales, que ya habÃan sido suprimidos de hecho por el campesinado, instaurando la igualdad ante el impuesto, ante penas y en el acceso a cargos públicos. El rey, junto con sus seguidores militares, retrocedió al menos por el momento. Lafayette tomó el mando de la Guardia Nacional de ParÃs y Jean-Sylvain Bailly, presidente de la Asamblea Nacional, fue nombrado nuevo Alcalde de ParÃs. El rey visitó ParÃs el 27 de julio y aceptó la bandera tricolor.
Sin embargo, después de esta violencia, los nobles, no muy seguros del rumbo que tomarÃa la reconciliación temporal entre el rey y el pueblo, comenzaron a salir del paÃs, algunos con la intención de fomentar una guerra civil en Francia y de llevar a las naciones europeas a respaldar al rey. Éstos fueron conocidos como los «émigrés» (los emigrados).
La insurrección y el espÃritu de poder popular siguieron extendiéndose por toda Francia. En las áreas rurales se llevaron a cabo actos de quema de tÃtulos sobre tierras, y varios castillos y palacios fueron atacados. Esta insurrección agraria se conoce como «Le Grand Peur» (el gran miedo).
[editar] La abolición del feudalismo
El 4 de agosto de 1789, en la llamada "Noche de la locura", la Asamblea Nacional abolió el feudalismo, eliminando las prebendas que recibÃa el Primer Estado (el clero) y los derechos señoriales del Segundo Estado (los nobles). En cuestión de horas, los nobles, el clero, las provincias, ciudades, pueblos y compañÃas perdieron sus privilegios. El curso de los acontecimientos estaba ya marcado, si bien llevó cuatro años la implantación del nuevo modelo.
[editar] Pérdida de poder de la Iglesia
La Revolución originó un masivo traspaso de poder de la Iglesia al Estado. En 1790 se eliminó la autoridad de la Iglesia para imponer impuestos sobre las cosechas, se eliminaron también los privilegios del clero y se confiscaron los bienes de la Iglesia. Bajo el Antiguo Régimen la Iglesia era el mayor terrateniente del paÃs. Más tarde se promulgó legislación que convertÃa al clero en empleados del Estado. Éstos fueron unos años de dura represión para el clero, siendo comunes la prisión y masacre de sacerdotes en toda Francia. El Concordato de 1801 entre la Asamblea y la Iglesia finalizó este proceso y establecieron normas de convivencia que se mantuvieron vigentes hasta el 11 de diciembre de 1905 cuando la Tercera República sentenció la separación definitiva entre la Iglesia y el Estado. El viejo calendario gregoriano, propio de la religión católica fue anulado por Billaud-Varenne, en favor de un nuevo calendario que establecÃa como primer dÃa del año el 22 de Septiembre de 1792.
[editar] La aparición de las facciones
Pronto comenzaron a aparecer facciones dentro de la Asamblea. El aristócrata Jaques Cazales y el abad Jean-Sifrein Maury encabezaron un grupo derechista opuesto a la Revolución. Otros, como Jean Mournier, el Conde de Lally-Tollendal, el Conde de Clemont-Tonnerre y el Conde de Vyrieu, formaron un grupo denominado «Demócratas Realistas», que abogaba por el establecimiento de un régimen parecido al británico. Por otra parte, Mirabeau, Lafayette, Jacques Leixirk y Bailly representaban el ala centro-izquierdista de la asamblea. No faltaban los radicales izquierdistas entre los que destacaba el abogado Maximiliano Robespierre (ver más abajo).
El 27 de agosto de 1789 la Asamblea publicó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano inspirándose en gran parte en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y estableciendo el principio de libertad, igualdad y fraternidad. Dicha declaración establecÃa una serie de principios más que una constitución con efectos legales.
[editar] Camino a la Constitución
La Asamblea Nacional Constituyente no era sólo un órgano legislativo sino la encargada de redactar una nueva Constitución. Algunos, como Necker, favorecÃan la creación de una asamblea bicameral en donde el senado serÃa escogido por la Corona entre los miembros propuestos por el pueblo. Los nobles, por su parte, favorecÃan un senado compuesto por miembros de la nobleza elegidos por los propios nobles. Prevaleció, sin embargo, la tesis liberal de que la Asamblea tendrÃa una sola cámara, quedando el rey sólo con el poder de veto, pudiendo posponer la ejecución de una ley, pero no su total eliminación.
El movimiento de los monárquicos para bloquear este sistema fue desmontado por el pueblo de ParÃs, compuesto fundamentalmente por mujeres (llamadas despectivamente "Las Furias"), que marcharon el 5 de octubre de 1789 sobre Versalles. Tras varios incidentes, el rey y su familia se vieron obligados a abandonar Versalles y se trasladaron a Las TullerÃas en ParÃs.
[editar] Desde el aniversario de la toma de la Bastilla hasta la muerte de Mirabeau
Los electores habÃan escogido a los miembros de los Estados Generales por un periodo de un año, pero de acuerdo al Juramento del Jeu de paume, los miembros del Tercer Estado, también llamados los «comunes», acordaron no abandonar la Asamblea en tanto no se hubiera elaborado una Constitución.
Durante 1790 se intensificó la lucha polÃtica e incluso se produjeron movimientos anti-revolucionarios, pero sin éxito. En este periodo se comenzaron a formar «clubes» polÃticos entre los que destacaban los Jacobinos. En agosto de 1790 existÃan 152 clubes jacobinos.
Mientras tanto, la Asamblea trabajaba para establecer una nueva Constitución. Una nueva organización judicial dio caracterÃsticas temporales a todos los magistrados y total independencia de la Corona. Al rey sólo le quedó el poder ejecutivo. La asamblea, por su parte, eliminó todas las barreras comerciales y suprimió las organizaciones empresariales y obreras; en adelante, los individuos que quisieran desarrollar prácticas comerciales necesitarÃan una licencia, y se abolió el derecho a la huelga.
A principios de 1791, la Asamblea consideró introducir una legislación contra los franceses que emigraron durante la Revolución («émigrés»). Se pretendÃa coartar la libertad de salir del paÃs. Mirabeau se opuso rotundamente a esto. Sin embargo, el 2 de marzo de 1791 Mirabeau fallece, y la Asamblea adopta esta draconiana medida.
El 20 de junio de 1791, Luis XVI, opuesto al curso que iba tomando la Revolución, huyó junto con su familia de las TullerÃas. Sin embargo, al dÃa siguiente cometió la imprudencia de dejarse ver, fue arrestado en Varennes por un oficial del pueblo y devuelto a ParÃs escoltado por la guardia. A su regreso a ParÃs el pueblo se mantuvo en silencio, y tanto él como su esposa, Maria Antonieta,sus dos hijos (MarÃa Teresa y Luis-Carlos, futuro Luis XVII) y su hermana (Madame Isabel) permanecieron bajo custodia.
[editar] Los últimos dÃas de la Asamblea Constituyente
Aun cuando existÃa una fuerte corriente polÃtica que favorecÃa la monarquÃa constitucional, al final venció la tesis de mantener al rey como una figura decorativa. Jacques Pierre Brissot introdujo una petición insistiendo en que, a los ojos del pueblo, Luis XVI habÃa sido depuesto por el hecho de su huida. Una inmensa multitud se congregó en el Campo de Marte para firmar dicha petición. Georges Danton y Camille Desmoulins pronunciaron discursos exaltados. La Asamblea pidió a las autoridades municipales guardar el orden. Bajo el mando de La Fayette, la Guardia Nacional se enfrentó a la multitud. Al principio, tras recibir una oleada de piedras, los soldados respondieron disparando al aire; dado que la multitud no cedÃa, Lafayette ordenó disparar a los manifestantes, ocasionando más de 50 muertos.
Tras esta masacre, las autoridades cerraron varios clubes polÃticos, asà como varios periódicos radicales como el que editaba Jean-Paul Marat. Danton se fugó a Inglaterra y Desmoulins y Marat permanecieron escondidos.
Mientras tanto, la Asamblea habÃa redactado la Constitución y el rey habÃa sido restituido, aceptándola. El rey pronunció un discurso ante la Asamblea, que fue acogido con un fuerte aplauso. La Asamblea Constituyente cesó en sus funciones el 29 de septiembre de 1791.
[editar] La Asamblea Legislativa y la caÃda de la monarquÃa
Bajo la Constitución de 1791, Francia funcionarÃa como una monarquÃa constitucional. El rey tenÃa que compartir su poder con la Asamblea, pero todavÃa mantenÃa el poder de veto y la potestad de elegir a sus ministros.
La Asamblea Legislativa se reunió por primera vez el 1 de octubre de 1791, degenerando en un caos un año después. La componÃan: Derecha: 264 diputados feuillants (dirigidos por Barnave, Duport y Lameth) y girondinos, portavoces republicanos de la gran burguesÃa. Centro: 345 diputados independientes, carentes de programa polÃtico definido. Izquierda: 136 diputados inscritos en el club de los jacobinos o en el de los cordeliers. Escasa influencia en la Asamblea, manipulada por los girondinos. Gran influencia sobre las masas populares, de las que reciben constante apoyo. Mientras los jacobinos tienen detrás a la gran masa de la pequeña burguesÃa, los cordeliers cuentan con el apoyo del pueblo llano, a través de las secciones parisienes. Por medio de sus periódicos L´Ami du Peuple y Le Père Duchesne, Marat y Hebert se convierten en sus portavoces.
Este gran número de diputados dio lugar a los partidos polÃticos o "clubes". El más célebre de entre éstos fue el partido de los jacobinos, dominado por Robespierre. A la izquierda de este partido se encontraban los "cordeleros", quienes defendÃan el sufragio universal masculino (derecho de todos los hombres al voto a partir de una determinada edad). Los cordeliers querÃan la eliminación de la monarquÃa e instauración de la república. Estaban dirigidos por Jean-Paul Marat y Georges Danton, representando siempre al pueblo más humilde. El grupo de ideas más moderadas era el de los girondinos, que defendÃan el sufragio censitario y propugnaban una monarquÃa constitucional. También se encontraban aquellos que formaban parte de "el pantano", o "el llano", como eran llamados aquellos que no tenÃan un voto propio, y que se iban por las proposiciones que más les convenÃan, asà ya vinieran de los jacobinos, ya de los girondinos.
En los primeros meses de funcionamiento de la Asamblea, el rey habÃa vetado una ley que amenazaba con la condena a muerte a los "émigrés", y otra que exigÃa al clero prestar juramento de lealtad al estado. Desacuerdos de este tipo fueron los que llevaron más adelante a la crisis constitucional.
Mientras tanto, dos potencias absolutistas europeas, Austria y Prusia, se dispusieron a invadir la Francia revolucionaria, lo que hizo que el pueblo francés se convirtiera en un ejército nacional, dispuesto a defender y a difundir el nuevo orden revolucionario por toda Europa. Durante la guerra, la libertad de expresión permitió que el pueblo manifestase su hostilidad hacia la reina MarÃa Antonieta (llamada la "austriaca" por ser hija de un emperador de aquel paÃs y "Madame Déficit" por el gasto que representaba al Estado, que no era mayor que la mayorÃa de los cortesanos) y contra Luis XVI, que casi siempre se negaba a firmar leyes propuestas por la Asamblea Legislativa.
El 10 de agosto de 1792, las masas asaltaron el Palacio de las TullerÃas, y la Asamblea Legislativa volvió a suspender las funciones constitucionales del rey. La Asamblea acabó convocando elecciones con el objetivo de configurar (por sufragio universal) un nuevo parlamento que recibirÃa el nombre de Convención. Aumentaba la tensión polÃtica y social en Francia, asà como la amenaza militar de las potencias europeas. El conflicto se planteaba asà entre una monarquÃa constitucional francesa en camino de convertirse en una democracia republicana, y las monarquÃas europeas absolutas. El nuevo parlamento elegido ese año abolió la monarquÃa y la proclamación de la República. Creó también un nuevo calendario, según el cual el año 1792 se convertirÃa en el año 1 de la nueva era.
El gobierno pasó a depender de la Comuna insurreccional. Cuando la Comuna envió grupos de sicarios a las prisiones, asesinaron a 1.400 vÃctimas, y pidió a otras ciudades de Francia que hicieran lo mismo, la Asamblea no opuso resistencia. Esta situación persistió hasta el 20 de septiembre de 1792, en que se creó un nuevo cuerpo legislativo denominado Convención, y que de hecho se convirtió en el nuevo gobierno de Francia.
[editar] La Convención
El poder legislativo de la nueva República estuvo a cargo de la Convención, mientras que el poder ejecutivo recayó sobre el Comité de Salvación Nacional.
En el Manifiesto de Brunswick, los Ejércitos Imperiales y de Prusia amenazaron con invadir Francia si la población se resistÃa al restablecimiento de la monarquÃa. Esto ocasionó que Luis XVI fuera visto como conspirador con los enemigos de Francia. El 17 de enero de 1793, la Convención condenó al rey a muerte por una pequeña mayorÃa, acusándolo de «conspiración contra la libertad pública y la seguridad general». El 21 de enero el rey fue ejecutado, lo cual encendió nuevamente la mecha de la guerra con otros paÃses europeos. La reina Maria Antonieta, nacida en Austria y hermana del Emperador, fue ejecutada el 16 de octubre del mismo año, iniciándose asà una revolución en Austria para sustituir a la reina. Esto provocó la ruptura de toda relación entre ambos paÃses.
[editar] El reino del terror
El mismo dÃa en el que se reunÃa la Convención, todas las tropas francesas (formadas por tenderos, artesanos y campesinos de toda Francia) derrotaron por primera vez a un ejército prusiano en Valmy, lo cual señalaba el inicio de las llamadas Guerras Revolucionarias Francesas. El poder fue entregado a un Directorio formado por cinco miembros, acabando aquà el proceso revolucionario.
Sin embargo, la situación económica seguÃa empeorando, lo cual dio origen a revueltas de las clases más pobres. Los llamados «sans-culottes» expresaban su descontento por el hecho de que la Revolución Francesa no sólo no estaba satisfaciendo los intereses de las clases bajas sino que incluso algunas medidas liberales causaban un enorme perjuicio a éstas (libertad de precios, libertad de contratación, Ley de Chapelier, etc.). Al mismo tiempo se comenzaron a gestar luchas antirrevolucionarias en diversas regiones de Francia, y la guerra amenazaba con destruir la Revolución y la República. Esto dio origen a un golpe de estado por parte de los jacobinos, quienes buscaron el favor popular en contra de los girondinos. La alianza de los jacobinos con los «sans-culottes» se convirtió de hecho en el centro del gobierno.
Los jacobinos llevarÃan en su polÃtica algunas de las reivindicaciones de los «sans-culottes» y las clases bajas, pero no todas sus reivindicaciones serÃan aceptadas, y jamás se cuestionó la propiedad privada. Los jacobinos no pusieron nunca en duda el orden liberal, pero sà llevaron a cabo una democratización del mismo, pese a la represión que desataron contra los opositores polÃticos (tanto conservadores como radicales).
Se redactó en 1793 una nueva Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, y una nueva constitución de tipo democrático que reconocÃa el sufragio universal. El Comité de Salvacion Pública cayó bajo el mando de Maximilien Robespierre y los jacobinos desataron lo que se denominó el Reinado del Terror (1793-1794). No menos de 10.000 personas fueron guillotinadas ante acusaciones de actividades contrarrevolucionarias. La menor sospecha de dichas actividades podÃa hacer recaer sobre una persona acusaciones que eventualmente la llevarÃan a la guillotina. El cálculo total de vÃctimas varÃa, pero se cree que pudieron ser hasta 40.000 los que fueron vÃctimas del Terror
En 1794, Robespierre procedió a ejecutar a ultra-radicales y a jacobinos moderados. Su popularidad, sin embargo, comenzó a erosionarse. El 27 de julio de 1794, ocurrió otra revuelta popular contra Robespierre, apoyada por los moderados que veÃan peligroso el trayecto de la Revolución, cada vez más exaltada. El pueblo, por otro lado, se rebela contra la condición burguesa de Robespierre que revolucionario antes, ahora persigue a Verlet, Leclerc y Roux. Los miembros de la Convención lograron convencer al "pantano", y derrocar y ejecutar a Robespierre junto con otros lÃderes del Comité de Salvacion Pública. La Convención aprobó una nueva Constitución el 17 de agosto de 1795, ratificada el 26 de septiembre en un plebiscito.
La nueva legislación conferÃa el poder ejecutivo a un Directorio, formado por cinco miembros llamados directores. El poder legislativo serÃa ejercido por una asamblea bicameral, compuesta por el Consejo de Ancianos (250 miembros) y el Consejo de los Quinientos.
[editar] Napoleón y la toma del poder
La nueva Constitución encontró la oposición de grupos monárquicos y jacobinos. Hubo diferentes revueltas que fueron reprimidas por el ejército, todo lo cual motivó que el general Napoleón Bonaparte, retornado de su campaña en Egipto, diera el 9 de noviembre de 1799 un golpe de estado (18 de Brumario) instalando el Consulado, que le daba de forma efectiva poderes dictatoriales, cerrando con esto el capÃtulo histórico de la Revolución Francesa y dando paso al futuro Primer Imperio Francés. El nuevo gobierno instaurado, a pesar de ser una monarquÃa, mejoraba las condiciones de vida del tercer estamento, otorgándoles derechos y obligaciones morales y cÃvicas iguales a los otros dos estamentos (el clero y los nobles); por lo que Napoleón recibió un gran apoyo popular.
[editar] La Bandera Francesa
Terminada la Revolución Francesa surge la República Francesa y convocaron a la Asamblea General que es la reunión de los 3 Estados Franceses: el Clero, la Nobleza, y el Estado Llano. Cuando estos se reúnen se les conoce como Estados Generales; su bandera la crean y sobrevive hasta la fecha; en donde el azul representa al Estado Noble, el blanco representa al Clero y el rojo representa al Pueblo Llano o Tercer Estado. En Francia se le conoce como estado, pero en España se le conoce como estamento.
Otra versión del origen del tricolor frances, es que el azul y el rojo son los colores de la bandera de ParÃs y se le añadió el blanco en el medio en representación de Luis XVI, que era de la casa de los borbones, cuya bandera es blanca con tres flores de lis.
[editar] La Declaración de Derechos
La gran revolución de alcance histórico fue la de los derechos del hombre y del ciudadano. En su doble vertiente, moral (derechos naturales inalienables) y polÃtica (condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos naturales e individuales), condiciona la aparición de un nuevo modelo de Estado, el de los ciudadanos, el Estado de Derecho, democrático y nacional. Aunque la primera vez que se proclamaron solemnemente los derechos del hombre fue en los Estados Unidos (Declaración de Derechos de Virginia en 1776 y Constitución de los Estados Unidos en 1787), la revolución de los derechos humanos es un fenómeno puramente europeo. Será la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano francesa de 1789 la que sirva de base e inspiración a todas las declaraciones tanto del siglo XIX como del XX. El distinto alcance de ambas declaraciones es debido tanto a cuestiones de forma como de fondo. La declaración francesa es indiferente a las circunstancias en que nace y añade a los derechos naturales, los derechos del ciudadano. Pero sobre todo, es un texto atemporal, único, separado del texto constitucional y, por tanto, con un carácter universal, a lo que hay que añadir la brevedad, claridad y sencillez del lenguaje. De ahà su trascendencia y éxito tanto en Francia como en Europa y el mundo occidental en su conjunto.
[editar] Referencias
Este artÃculo incorpora material de las siguientes fuentes bajo dominio público:
- XI edición de la Encyclopædia Britannica, de 1911;
- History of the French Revolution from 1789 to 1814, de François Mignet (1824), tal como es provisto por el Proyecto Gutenberg.
[editar] BibliografÃa complementaria
- Calatrava Escobar, Juan: Estudios sobre la Revolución Francesa y el final del Antiguo Régimen. Tres Cantos: Akal, 1980. ISBN 978-84-7339-504-5
- Chartier, Roger: Espacio público, crÃtica y desacralización en el siglo XVIII. Los orÃgenes culturales de la Revolución Francesa. Barcelona: Editorial Gedisa, 1995. ISBN 978-84-7432-509-6
- Cobban, Alfred: La interpretación social de la revolución francesa. Madrid: Narcea de Ediciones, 1971. ISBN 978-84-277-0003-1
- Furet, François: La revolución a debate. Madrid: Encuentro, 2000. ISBN 978-84-7490-558-8
- Kropotkin, Piotr: Historia de la Revolución Francesa
- Reichardt, Rolf E.: La Revolución Francesa y la cultura democrática: la sangre de la libertad. Madrid: Siglo XXI, 2002. ISBN 978-84-323-1081-2
- Soboul, Albert: La Francia de Napoleón. Barcelona. CrÃtica. 1993. ISBN 978-84-7423-564-7
- Soboul, Albert: La revolución francesa. Vilassar de Mar: Oikos-Tau, 1981. ISBN 978-84-281-0485-2
- Vovelle, Michel: Introducción a la historia de la Revolución Francesa. Barcelona: Editorial CrÃtica, 2000. ISBN 84-8432-086-3
[editar] Véase también
Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Revolución francesa.
- Napoleón Bonaparte
- Debate historiográfico sobre la Revolución Francesa
- Guerras Napoleónicas
- Historia de Francia
- IdeologÃas de la Revolución Francesa
- Revoluciones burguesas
[editar] Enlaces externos
- Análisis histórico sobre la Revolución Francesa
- La Revolución Francesa (en inglés)
- La Revolución Francesa (historico digital)