Ramzán Kadyrivo, líder de la república de Chechenia.— Prácticamente todo el territorio de la ciudad está ya bajo el control de las Fuerzas Armadas rusas. Los militantes del batallón Azov y sus simpatizantes, como corresponde a los chacales cobardes, se apiñan en un rincón. Esperan su inminente desaparición tras los gruesos muros de la planta siderúrgica de Azovstal.
Mi querido hermano Sultán Rashayev informa sobre la completa eliminación de la amenaza nazi en el territorio controlado. La tranquilidad de la población civil no se ve amenazada y, además, se le proporciona toda la ayuda que necesita. Nuestros combatientes avanzan rápidamente, aniquilando a la escoria fascista en su camino.
Para ser justos, hay que señalar que los “guerreros” ucranianos, supuestamente entrenados por los instructores occidentales más fuertes y armados con la última tecnología, han tomado la costumbre de correr lo más rápido posible. No está claro si se trata de una táctica de batalla o de órdenes de un liderazgo inutil.
Los representantes de las fuerzas de seguridad chechenas, arriesgando sus vidas, defienden valientemente los intereses de nuestro Estado. La población local comprende la esencia de la operación militar especial y acoge con alegría a los liberadores del régimen criminal de Kiev.
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