Batalla de Sacsayhuamán

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La batalla de Sacsayhuamán fue uno de los escenarios donde, por igual, españoles, cusqueños (entiéndase por "cusqueños" a los leales a Manco Inca) y rebeldes. Un día, la fortaleza quedó desprotegida por parte de los españoles, quienes habían dejado su cuidado a los indios cañaris. El momento fue aprovechado por las huestes cusqueñas que procedieron a iniciar el asalto a la fortaleza, ganándola luego de una sangrienta lucha. Desde ahí se inició lo que sería el sitio del Cusco (un cerco cusqueño que duró varios días y en el cual las tropas atacantes eran entre 20 000 y 30 000 hombres, mientras que la ciudad era defendida por 180 españoles y 15 000 indios cañaris y chachapoyas, entre otros).

Hernando Pizarro reagrupa a sus hombres y consulta con Páscac Inca, hermano de Huayna Cápac, acerca de tomar la fortaleza, a lo cual el linajudo indio accede. Inmediatamente, el valiente capitán español dirige a sus tropas hacia el camino a la Ciudad de los Reyes, con lo cual los indios pensaron que los españoles emprendían la huída, saliendo de prisa en su persecución. Sin embargo, Hernando, hábilmente, maniobra en dirección de la fortaleza, llegando a ella tras eliminar a cuanto cusqueño tratara de cerrarle el paso.

Una vez roto el cerco, impetuosamente se dirige el ataque a la fortaleza, chocando muchas veces con las enormes murallas del complejo. En la recia lucha cae el valeroso Juan Pizarro, hermano de Francisco y Hernando, producto de una fuerte pedrada arrojada desde uno de los torreones de la fortaleza. Muchos españoles cayeron de la misma forma y tuvieron que ser retirados de la lucha en dirección al Cusco.

Sin embargo, la lucha había sido tan intensa que comenzó a disminuir el número de flechas y piedras que llovían de la fortaleza. El agua, así mismo, empezó a escasear y el ánimo de los cusqueños comenzó a decaer. El Willaq Uma dispuso que se abandone la lucha, pero muchos capitanes decidieron permanecer ahí. Uno de ellos fue Titu Cusi Huallpa (el conocido "Cahuide" o llamado por otros "Inca Cullash"), que decidió quedarse a mantener la promesa que había hecho al Inca.

Dado esto, los españoles apreciaron que un gran número de soldados se retiraban, por lo que presionaron con mayor ímpetu hasta ganar las terrazas y llegar a los torreones de la fortaleza. Uno de ellos fue rendido por un corajudo soldado español que, adarga al brazo, trepó la cuerda y luchó mano a mano contra los pocos indios que allí habían quedado, muriendo de sed. Sin embargo, a la hora de llegar al segundo torreón, se toparon con una figura que, dicen, no veían desde las historias sobre los antiguos romanos. Un capitán cusqueño que iba de un lado a otro del cubo con una espada en un brazo y una adarga y un mazo en el otro, vestido casi a la española, estorbando a cualquier enemigo que tratara de trepar por escaleras o arrojando del lugar a sus compañeros si es que estos caían en la desesperación. Entonces, cuando Hernando gritaba para que lo tomen por prisionero, reconociendo su extraordinario valor, el orejón arrojó sus armas contra sus adversarios y, envolviéndose en su manto, "se arrojó al vacío donde se hizo muchos pedazos"

[editar] Referencias

• Vega, Juan José (1963), La guerra de los Viracochas, Lima: Populibros Peruanos.

• del Busto Duthurburu, José Antonio (2001), Pizarro, tomo II, Lima: Ediciones COPÉ. ISBN 9972-606-22-8.