Buen salvaje
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El buen salvaje o mito del buen salvaje es un lugar común o tópico literario en la literatura y el pensamiento europeo de la Edad Moderna, que nace con el contacto con las poblaciones indígenas de América.
[editar] El descubrimiento del otro
Desde el famoso texto de Cristóbal Colón en que dice haber llegado al paraíso terrenal, la imaginación se desbordó para atribuir todo tipo de bondades ingenuas a los indígenas (los naturales, como se les llamaba en los documentos españoles de la época). A ello también contribuyó en gran medida Bartolomé de las Casas con su Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias. El papel de parte del clero, de teólogos como los de la Escuela de Salamanca y de los propios reyes puede verse en la convocatoria de la Junta de Burgos y la Junta de Valladolid, que discutían sobre la naturaleza y la justificación de la conquista y la explotación económica de América (polémica de los justos títulos o de la guerra a los naturales) y el corpus legislativo de las leyes de Indias. La Leyenda Negra amplificó por toda Europa la visión en positivo de seres humanos en estado de naturaleza mortificados por los abyectos españoles, que resumirían todos los vicios y degeneración del hombre civilizado.
[editar] La extensión del mito
Las utopías del siglo XVI (Erasmo de Rotterdam, Elogio de la Locura; Tomás Moro, Utopía) y obras como la de Baltasar Gracián (El Criticón) en el siglo XVII, llevan a la definitiva discusión de la naturaleza humana como mala por naturaleza (Leviathan de Hobbes) o buena por naturaleza, como pretendió la Ilustración (Locke y sobre todo Rousseau), que vuelve a descubrir ejemplos de buenos salvajes en las islas del Pacífico (tropicales y paradisíacas como las Antillas, con indígenas desnudos de fácil trato y naturaleza pródiga) que describen viajeros como James Cook y producen historias como la del motín del Bounty.
[editar] Siglo XIX
El concepto de civilización se convirtió en la bandera de la idea de progreso en la que tan cómodamente se sentía la burguesía capitalista, nueva clase dominante, que justifica el dominio europeo, paternalista y colonial, sobre los pueblos salvajes. La antropología y la etnología, nacientes en el siglo XIX, tendrán que esforzarse mucho por transformar ese mito en ciencia, a lo que contribuyó en buena parte el relativismo cultural y el concepto de la alteridad.