Pena capital en España
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En España ha existido la Pena capital hasta su supresión por la Constitución de 1978. Desde la Edad Media había dos modos principales de ejecución para la justicia civil: la decapitación para los nobles y el ahorcamiento para el pueblo. El ajusticiado iba con una hopalanda de color amarillo y un capirote, sobre una caballería. Mientras se le ejecutaba, se tocaban los tambores (o cajas) con el parche destemplado (de ahí la expresión: Le echó con cajas destempladas).
La Inquisición empleaba la hoguera aparentemente motivados por el hecho de que así no había derramamiento de sangre (pues la doctrina de la iglesia reprobaba a los prelados que se involucrasen en el derramamiento).
En el siglo XIX, conforme a las tendencias para hacer más humana la ejecución, se consideró que la guillotina era excesivamente sangrienta y se implantó el garrote.
Durante el franquismo se ejecutaba a los reos comunes con el garrote y a los políticos con el fusilamiento.