Pintura al fresco
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Un fresco es una pintura realizada sobre una superficie cubierta con una delgada y suave capa de yeso, en la cual se va aplicando cal apagada (CaOH2) y cuando la última capa está todavía húmeda, se pinta sobre ella, de ahí su nombre.
El fresco se ejecuta en jornadas, ya que la cal en un periodo de 24 horas comienza su proceso de secado y no admite más pigmentos. Por ello algunos acabados se realizaban en seco, con temple, es decir, aglutinados con cola.
Al secarse la cal, los pigmentos quedan integrados químicamente en la propia pared, por lo que su durabilidad se vuelve muy alta.
Las pinturas hechas en la Capilla Sixtina por Miguel Angel Buonarroti fueron realizadas con esta técnica, por citar un ejemplo.
La famosa obra, La Última Cena de Leonardo Da Vinci no puede ser considerada un Fresco. Su autor nunca dominó esta técnica, por lo cual empleó una base de arcilla y un aglutinante –elaborado de óleo y barniz- que le permitió corregir la pintura y lograr una riqueza de color y una precisión en el detalle similar a la de un cuadro al óleo. Sin embargo, el desgaste de la pintura es bastante mayor que en el caso de un fresco, en La Ultima Cena el deterioro comenzó a los pocos meses de terminada la obra.
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