Trágala
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Él ¡Trágala! fue la canción que los liberales españoles utilizaban para humillar a los absolutistas tras el pronunciamiento militar de Rafael del Riego en Cabezas de San Juan, al comienzo del periodo conocido como trienio liberal. Particularmente la sátira se dirige contra Fernando VII, que en 1820 fue obligado a jurar la Constitución de Cádiz cuando pronunció su famosa frase "Caminemos todos, y yo el primero, por la senda constitucional". Se dice que propio General Rafael de Riego ordenó, al entrar en Madrid, que se difundiera esta composición. Evidentemente, tras la intervención de las potencias de la Santa Alianza (Expedición francesa de los Cien mil hijos de San Luis al mando del duque de Angulema), pasó a ser un símbolo de la resistencia contra la represión política de la Década Ominosa.
El modelo de esta y otras canciones políticas fueron sin duda las canciones propagandísticas de la Revolución Francesa, como el Ça ira, con el que tiene alguna similitud en su sonoridad.
Al igual que otras expresiones, como el ¡Viva la Pepa!, su sentido original se extendió con un significado algo diferente, y trágala ha pasado a significar en el lenguaje coloquial "imposición".
El Trágala, con diferentes letras, se siguió cantando en España como símbolo izquierdista contra la derecha y anticlerical contra la Iglesia católica y republicano contra la monarquía en distintas coyunturas históricas, notablemente durante la Segunda República española y la guerra civil. Hubo muchas versiones de la letra son como otras que hubo, de autoría anónima y popular.[[1]]
TRÁGALA
Tú que no quieres
lo que queremos
la ley preciosa
do está el bien nuestro.
¡Trágala, trágala,
trágala perro!
¡Trágala, trágala,
trágala perro!
Tú de la panza
mísero siervo
que la ley odias
de tus abuelos.
porque en acíbar y lloro ha vuelto
tus gollerías y regodeos
Tú que no quieres
lo que queremos
la ley preciosa
do está el bien nuestro.
¡Trágala, trágala,
trágala perro!
¡Trágala, trágala,
trágala perro!
Busca otros hombres,
otro hemisferio,
busca cuitado
déjanos quietos,
donde no sabe
que a voz en cuello
mientras vivieres
te cantaremos:
Tú que no quieres
lo que queremos
la ley preciosa
do está el bien nuestro.
¡Trágala, trágala,
trágala perro!
¡Trágala, trágala,
trágala perro!
Dicen que el «¡Trágala!»
es insultante
pero no insulta
más que al tunante.
Y mientras dure
esta canalla
no cesaremos
de decir `¡Trágala!'
TRAGALA
Desde los niños
hasta los viejos,
todos repiten:
Trágala, perro...
Trágala, dicen
a los camuesos
que antes vivían
del sudor nuestro.
Ya se acabaron
aquellos tiempos.
¡Ea!, Manola,
no hay más remedio.
Trágala, perro...
Acabó el dulce
chocolateo
que antes teníais,
¡oh, reverendos!,
y el ser los solos
casamenteros
y algo más. Cuando
podía serlo.
Trágala, perro...
También se frustran
vuestros proyectos,
necias feotas,
que presumíais
con tanto empeño
aherrojarnos
cual viles siervos.
Trágala, perro...
Cámaras nunca,
en jamas veto:
o ley o muerte
y Viva Riego.
Burlados quedan,
así no menos,
y cabizbajos
los anilleros.
Trágala, perro...