Vida Nueva
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Vida Nueva era una revista literaria española que publica su primer número el 12 de Junio de 1898. Representa como ninguna otra revista de la época lo que más tarde se llamará «espíritu del 98»
En su primera etapa el Director fue Eusebio Blasco, en su redacción figuraban Blasco Ibáñez, Jurado de la Parra, Mariano de Cavia, Francisco Fernández Villegas "Zeda", Galdós, Luis Paris, Jacinto Octavio Picón, Eugenio Sellés, Enrique Lluria, José Nakens ella colaboraban además tanto otros valores consagrados como Emilio Castelar, Ramón de Campoamor, como las figuras más destacadas de la época: Ángel Ganivet, Unamuno, Ramiro de Maeztu.
Ideológicamente hay quien tiende a encuadrar la tendencia política de Vida Nueva entre el socialismo y el regeneracionismo, y hay quienes consideran que Vida Nueva es una revista de grupo, con una marcada independencia ideológica, de la que sólo se excluye el reaccionarismo.
Los arzobispos de Sevilla y Tarragona prohibieron a los católicos adquirir la revista, lo mismo que en Agosto de 1898 hizo el obispo de Cartagena
Galdós refleja el ambiente propio del gran desastre que se está viviendo en estos momentos en su artículo Fumándose las colonias.
Unamuno escribe sus conocidos artículos ¡Muera Don Quijote! y Renovación.
El 1 de enero de 1899 se publica un artículo póstumo de Ganivet titulado Mis inventos.
Vida Nueva dedica un número especial (el número 47) al primero de mayo de 1899, con artículos de Pi y Margall, Nicolás Estévane, Dionisio Pérez y Santiago Alba, que reflejan el auge de la simpatía que los intelectuales toman por el socialismo.
En su segunda etapa, desde octubre del 99, Dionisio Pérez fue su director, aparecen los grabados, promueve una selección de colaboradores más literaria y se inaugura una nueva sección dedicada a presentar los «Escritores Nuevos», como Valle-Inclán con 29 años y un jovencísimo Juan Ramón Jiménez que con 17 años se da a conocer al mundo literario a través de esta revista, con traducciones de poemas de Ibsen de tono anarquista y con creaciones poéticas propias, en las que hablaba de "«la tristeza de los menesterosos, de los explotados, de los humildes con impulsos de arrebatada ira»."
Después de ocho denuncias consecutivas y de abrir una suscripción, en febrero de 1900, para intentar compensar pérdidas termina en su número 93, publicado el 18 de marzo de 1900.
Logro reunir a los escritores más prometedores del momento y por ello obtuvo el calificativo que les dedicó The New York Herald en su edición de París: «The voice of Young Spain». (La voz de la España Joven)
