Jacques Cartier
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Jacques Cartier (Saint-Malo Francia, 31 de diciembre de 1491, - 1 de septiembre de 1557) fue el primer explorador francés de América del Norte.
No se tienen muchos detalles acerca de sus primeros años de vida. Se casó en 1520 con Catherine, hija de Jacques des Granches, condestable de Saint-Malo. Con este matrimonio, su condición social mejora notablemente. Algunos historiadores creen que es posible que llegara a Terranova durante alguna campaña de pesca, ya que la zona era conocida por los pescadores vascos y bretones. Otros, basándose en sus conocimientos del portugués (ejerció en numerosas ocasiones de interprete tras retirarse de la vida pública) y en las abundantes comparaciones que hace en sus escritos de viaje entre los amerindios de Nueva Francia y los brasileños, especulan con la posibilidad de que hubiera navegado con Giovanni da Verrazzano en cualquiera de los viajes de exploración de la costa brasileña que éste realizó. Pero Verrazzano nunca exploró la costa brasileña, sino la de América del Norte. A él se debe el descubrimiento de Nueva Angulema (región de Nueva York). En 1532, es presentado ante el rey de Francia Francisco I por Jean Le Veneur, abad del Monasterio de Mont-Saint-Michel. El rey le escogió para que hallara "ciertas islas y países en los que se dice que debe haber gran cantidad de oro y otras ricas cosas". Lleva a cabo tres viajes a América del Norte, entre 1534 y 1542, con la esperanza de encontrar un paso por el Noroeste hacia Asia.
[editar] El primer viaje
En su primer viaje en 1534, en el contó con dos barcos, el Triton y el Goéland, exploró minuciosamente el golfo de San Lorenzo y el 23 de julio desembarcó y plantó una cruz de treinta pies, reivindicando con ello la bahía de Gaspé para Francia. Allí encuentra a los iroqueses que habían llegado a las orillas del río por sus campañas pesqueras y los acoge calurosamente. Se gana a los dos hijos del jefe Donnacona, Domagaya y Taignoagny, con sus regalos y los lleva Francia más bien contra su voluntad.
[editar] El segundo viaje
El segundo viaje tuvo lugar en 1535-1536. La expedición constaba de tres navíos, el Petite Hermine, el 'Emerillon y el Grande Hermine, la nave de Cartier y se previeron quince meses de víveres. Los dos amerindios que habían llegado en el primer viaje son miembros ahora de la expedición y ambos hablan ahora francés. Remonta el curso del Río San Lorenzo, descubriendo que se trata de un río al comprobar que el agua es dulce. El 7 de septiembre, ante Stadaconé, vuelve a reunirse con el jefe Donnacona, quien trata de disuadir a los franceses de seguir remontando el río, ya que quiere asegurarse el monopolio comercial en el río. Cartier no acepta, libera a los hijos del jefe, y decide seguir sin intérpretes. Parte de la expedición se queda e instala un campamento que será el origen de la ciudad de Quebec. Cartier sigue remontando el río en el 'Emerillon, pero su caudal pronto le impedirá prosefuir más allá del lago Saint-Pierre.
Continuará por medio de chalupas y Cartier alcanzará un pueblo iroqués, Hochelaga a los pies del Mont Royal, que será el emplazamiento de la futura ciudad de Montreal. La población está rodeada por una empalizada circular de madera, tiene una sola puerta de acceso y cuenta con unas cincuenta casas comunitarias. El jefe de la aldea afirma que es posible seguir remontando el río hacia el oeste durante tres lunas y desde el río de los Utawe dirigirse hacia el norte y penetrar en una zona en la que hay oro abundante. Tras esa visita de un día, los franceses retroceden y regresan a Stadaconé donde se halla ahora el fuerte Santa Cruz.
Las relaciones con los iroqueses son buenas, a pesar de algunos desacuerdos sin importancia, que nunca llegan a desembocar en actos violentos. A pesar de eso, Cartier descubre las primeras cabelleras arrancadas en la casa de Donnacona. También probará el tabaco, pero no se sentirá atraído por este producto. La llegada del invierno sorprende a los franceses, el río se hiela y bloquea los barcos. Cartier y sus hombres pasan el invierno cerca del río Santa Cruz (hoy río San Carlos en Quebec. Los hombres enferman de escorbuto, tanto los franceses como los iroqueses, pero mientras los franceses mueren, los amerindios salen bien parados. Cartier descubre que los iroqueses se curan con una preparación de hojas de cedro blanco. Aplica este tratamiento a sus hombres, y pronto éstos empiezan a sanar. En abril, Cartier toma a Donnacona, a sus dos hijos y a otros siete iroquese y aprovechando el deshielo, pone rumbo a Frania, abandonando el Petite Hermine ya fuera de uso. Tras haber bautizado el archipiélago de Saint-Pierre y Miquelon a su paso, regresa a Saint-Malo en julio de 1536 convencido de que había explorado la parte de la costa oriental de Asia.
[editar] El tercer viaje
Donnacona comprende qué es lo que están buscando los franceses, oro, gemas, especias, y les describe lo que desean escuchar, el reino mitológico de Saguenay, y Francisco I, a pesar de sus preocupaciones militares por sus disputas con Carlos I, se deja convencer para pertrechar una tercera expedición exploratoria, pero en ningún momento parecen decididos a colonizar.
Sin embargo, de repente cambia la estrategia. Se confía la organización de la expedición a Jean-François de la Rocque de Roberval, un hombre de la corte, y no a Cartier. En esta ocasión sólo será el segundo de Roberval. Los dos objetivos principales pasan a ser la colonización y la difusión de la fe católica. Donnacona muere hacia 1539, al igual que otros iroqueses, otros se casan, ninguno volverá. Se prepara la expedición, arma cinco barcos, embarca ganado, y libera prisioneros para convertirlos en colonos. Roberval, hombre de corte, hace que la organización vaya con retraso, lo que hace que Cartier se impaciente y decide embarcarse hacia ultramar sin esperar. Tras una calamitosa travesía consigue llegar a Stadaconé en agosto de 1541 tras tres años de ausencia. El reencuentro es cálido a pesar del anuncio de la muerte de Donnacona, pero luego las relaciones se deterioran hasta el punto de que Cartier decide instalarse en otro sitio.
Ordena construir el fuerte de Charlesbourg-Royal en la confluencia del San Lorenzo con el río del Cabo Rojo para preparar la colonización. La llegada del invierno no muestra la presencia de Roberval ni del resto de la expedición. Mientras tanto, acumula oro y diamantes en sus negociaciones con los hurones, que aseguran haber recogido en las proximidades. En 1542, levanta el campamento y se reúne con Roberval en Terranova. A pesar de recibir órdenes de este último para que retrocediera hacia el San Lorenzo, Cartier pone proa a Francia.
Una vez llegado, los expertos le informan de que ha traído solamente pirita y cuarzo sin valor alguno. Su decepción dio origen a la expresión francesa de que algo es "falso como los diamantes del Canadá".
Decepcionado, se retira a su residencia de Limoilou, cerca de Saint-Malo, en donde alcanza la consideración de sabio al que se consultan muchas cosas y del que se utiliza su conocimiento del portugués. Muere a causa de la peste que golpea la ciudad en 1557. Sus restos descansan en la catedral de Saint-Malo.
