Maritza M. Buendía
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Maritza M. Buendía nació en Ojocaliente, Zacatecas, 1974. Estudió la licenciatura en Letras y la maestría en filosofía e Historia de las Ideas, ambas en la Universidad Autónoma de Zacatecas. Ha sido becaria del Fondo Estatal para la cultura y las Artes (1997-1998, en el área de ensayo, y 2002-2003 en el área del cuento). Maritza ha recibido apoyo para un proyecto de ensayo, del Programa de Jóvenes Creadores del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de su estado natal. También obtuvo una beca de la Fundación para las Letras Mexicanas, para narrativa. Es autora también del libro de cuentos La memoria del agua (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2002) y del ensayo Isla de sombras: una aproximación a la vida y a la obra de Roberto Cabral del Hoyo (1998). Participó en los libros colectivos Antología de cuento joven (UNAM, 2004) y Ramón López Velarde: el inteligente ejercicio de la pasión (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2001). Ha publicado varias revistas como Dosfilos, Tierra Adentro, Oficio y Diálogo, entre otras. En la actualidad, ejerce la docencia en la U.A de Zacatecas y es editora de la revista mensual de divulgación y cultura Corre, Conejo. Con el libro En el jardín de los cautivos obtuvo el Premio Nacional de Cuento Joven Julio Torri 2004.
LA MEMORÍA DEL AGUA
RUMORES “Alondra entra a la casa. Sus pasos generan un sonido hueco que rebota en las paredes y en los pisos desnudos. Con premura, se dirige directo a la sala. Una extraña sensación (algo que ha cambiado, algo que falta) la detiene. Desamparados, sus ojos vagan alrededor: observan varias bolsas de basura y la línea de polvo que delimita el antiguo espacio de los muebles…”
CUATRO ESCENAS. I “Tus ojos se acercan a los de él. ¿Hará falta preguntar algo? Por lo menos conocer su nombre. Las pestañas revolotean. En segundos, sus párpados te ocultan el iris verdoso. Temes perder tu imagen. Si no puedes verte, todo será como un sueño. Tus párpados también caen: deseas borrar cualquier pensamiento, concentrarte en la precisión, vivir el presente…”
LA NIÑA Y LA MUÑENCA “La muñeca aún descansa en el juguetero. La niña lo sabe: será una tarde complicada. Para evitar que las otras despierten. Imaginará que la muñeca no tiene la culpa de ser la favorita de la niña, las demás no paran de recriminárselo. Quizá, como dice su caja, conserva algo especial. No es la muñeca “comiditas” ni la que dice “mamá”, peor posee un cabello precioso: largo y oscuro, recogido por dos lazos. Puede parpadear varias veces sin que sus ojos lloren, mantenerse limpia por varios día y permanecer sin comer…”
AGUA DORMIDA “¿Cómo despertar al agua? ¿Bastará tan sólo sentir mi cuerpo? ¿Advertir a la dispersión? ¿Escuchar el goteo? Hay lluvia que resbala. Escarcha que se derrite. Hay agua que se arrulla y agua que se derrama. ¿Cuál de todas? ¿Será tan sencillo como rozar mi piel con las manos? ¿Acunar las olas? ¿Avizorar la marea? Lo ignoro. Encontraré lugares simples, absurdos, casi vulgares. También dolor. Qué ansiedad…”
LA LECTURA DEL PROFESOR JULIO “Cuando Alondra conoció a Julio le sorprendió su estatura: el despliegue de tanto cuerpo parecía guardar la rigidez de una inmensa torre, inaccesible. Un saco azul desabrochado y una corbata ceñida al cuello hacen juego con su portafolio repleto de papeles y libros. Julio es inmoderadamente alto…”
QUINCE MINUTOS “Un minuto… Entro al café. Camino segura entre la gente. Lo encuentro en la misma mesa, en el mismo asiento. Parece más viejo que hace quince días, más cansado o aburrido. Hoy también me ha descubierto. Ahora me observa. Voltea a su alrededor, vuelve la mirada. En un segundo, todo recomienza. Sus ojos se clavan justo arriba de mi pecho, donde debe estar mi corazón. Me hacen latir como un reloj que marca un aguijoneado tiempo…”