Signario íbero
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Escritura empleada desde el siglo V adC hasta nuestra era en la Península Ibérica y sur de Francia para escribir la lengua íbera y celtíbera.
El mayor mérito en el descifrado del signario ibérico debe atribuirse a Manuel Gómez Moreno, que dio a conocer su sistema en 1922.
El nombre de "signario" proviene del hecho de que no es ni un alfabeto ni un silabario, sino una mezcla de ambos, un semisilabario. Los signos para vocales (a, e, i, o y u) y algunas consonantes (l, r, m, s, etc.) se escriben de forma alfabética, es decir un signo equivale a una letra. En el caso de los sonidos b, d/t y g/k, la escritura es silábica, es decir ba, be, bi, bo y bu tienen cada uno su propio signo. Además es de señalar la no distinción de sordas y sonoras en el caso de la escritura de k/g y t/d.
Existen dos variantes del signario íbero:
- Sudoriental o del suroeste (en Jaén y Albacete).
- Nordoriental o levantina, la más extendida de las dos y que más tarde fue adaptada para el celtíbero.
La mayoría de los estudiosos coinciden en derivar la escritura íbera de la escritura tartésica. No está claro el origen de la escritura tartésica, pero parece evidente su relación con la colonización fenicia y griega, fenómenos que aparecieron prácticamente al mismo tiempo.
[editar] Bibliografía
- Rodríguez Ramos, Jesús, Análisis de Epigrafía Íbera, Vitoria-Gasteiz 2004, ISBN 84-8373-678-0; caps. "Historia de la escritura íbera" (pp. 37-100) y "Análisis crono-paleográfico del semisilabario levantino" (pp. 101-223)
- Velaza Frías, Javier (1996) Epigrafía y lengua ibéricas, Madrid ISBN 84-7635-196-8
- Palaeohispanica (revista sobre lengua y culturas de la Hispania antigua), tomo 1 (págs. 291-299), Zaragoza, 2001, ISSN 1578-5386
