Cristianismo chueta
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La historia de la llegada a Mallorca de los primeros judíos, continúa siendo hasta el día de hoy una asignatura pendiente para historiadores, arqueólogos e investigadores, sometidos como están, a las pautas académicas oficiales regidas por las instituciones políticas y religiosas tanto nacionales e internacionales. La exigencia de un criterio académico que determine los orígenes y la presencia semita en las islas y que este criterio satisfaga la incógnita del vacío histórico, estableciendo unas bases en donde los descendientes de este colectivo puedan identificarse cultural y espiritualmente desde un origen o presencia en las islas, continúa siendo una de las exigencias culturales más destacables de la historia de Mallorca. Como resultado de este vacío histórico, se ha producido multitud de interpretaciones, de tesis, de sentimientos enfrentados y como no de especulaciones no exentas en muchos casos de intereses soterrados. La falta de información originaria, no ha podido borrar la realidad existencial de algunos de estos descendientes, que desde diferentes estados de conciencia, indagan, estudian, y viven una realidad personal de imborrable presencia en esta comunidad.
Como todos los núcleos humanos integrados en el sistema del capital, también dentro de este colectivo de descendientes se han dado desde la antigüedad diferencias, alimentadas por su idiosincracia ancestral, dejando bien marcado entre ellos una evidente y notable separación social entre la riqueza y la pobreza humana que ha perdurado hasta nuestros días.
Y sobre las diferencias sociales entre ricos y pobres, se asienta la dualidad de esta comunidad hebrea mallorquina que durante casi dos mil años ha sobrevivido a los avatares de la historia isleña y que es necesario tener en cuenta para comprender el origen de la definición que buscamos, el denominado cristianismo chueta, un sincretismo cultural basado en la experiencia interna de los individuos y en una aptitud de rebeldía espiritual frente al poder religioso heredada de padres a hijos a modo de tradición oral desde los tiempos de los profetas de Israel y que en Jesús de Nazareth tuvo su mayor exponente.
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[editar] Seguidores de Moisés, y de Jesús
La llegada de los judíos a Baleares, concretamente a Mallorca, fuere a través de las intensas emigraciones del pueblo semita en época de persecución romana, o fuere por la esclavitud de sus gentes al imperio y su adaptación al nuevo medio social, no debió significar un cambio sustancial en la forma de practicar sus costumbres religiosas, sin embargo son de vital importancia para comprender las diferencias existentes entre aquellos judíos con tendencias al negocio y aquellos que, teniendo la justicia y el trabajo como bandera, solo podían aspirar a ser obreros asalariados o esclavos de los romanos dominantes de la isla, valores que por otro lado recordaban al colectivo de "nazarenos", las enseñanzas de Jesús de Nazareth, valores existenciales que debieron ser fortalecidos posiblemente por la presencia de familiares dentro de este núcleo de origen semita; un colectivo que es de suponer se extendió entre la población isleña que los acogió, dejando huella de la influencia, la sencillez de vida y el rechazo que hizo el nazareno a la iconografía religiosa allá en su tierra natal, Israel.
La dualidad de la riqueza y la pobreza entre los miembros de esta comunidad, aún teniendo el indiscutible nexo común del origen, con el paso de los siglos producirá acontecimientos diversos a este colectivo, en donde seguidores de Moisés y seguidores de Yehoshuah de Nazerath, más conocido como Jesús de Nazareth, pasarán de ser tolerados, a ser estigmatizados, cuando una extraña y jerárquica organización religiosa llegada de Roma llamada catolicismo, irrumpa violentamente en la isla.
Dicha estructura jerárquica, fue consciente desde el principio, de la creciente presencia ancestral de israelitas seguidores de Moisés y de Jesús, no teniendo explicación posible la atroz persecución producida a los descendientes, a no ser que fuera para borrar ese importante vínculo de tradición oral, con la intención de anular cualquier recuerdo y cualquier práctica de las revolucionarias enseñanzas del nazareno, practicas que evidenciaban una clara manipulación ideológica sobre el cristianismo por parte del catolicismo y su cruel brazo, la Inquisición Española.
[editar] Judíos y nazarenos en el silencio
500 años de incertidumbre, de imposición y de olvido, ha producido que el colectivo judeocristianismo originario y autóctono de la isla sufriera un revés importante dentro de la historia universal, y que las huellas de los descendientes, seguidores de Jesús, fueran tapadas bajo el estigma de la presión social del catolicismo, y el rechazo de sus hermanos los seguidores de Moisés, cuyos negocios y práctica religiosa continuaron realizando en secreto con cierta tolerancia, a pesar de las persecuciones, autos de fe y el impuesto sambenito de chueta a los miembros de toda la comunidad.
La desaparición ideológica de este colectivo de cristianos "chuetas de oreja baja", los pobres, en tiempos de la inquisición fue un hecho, y el catolicismo cumplió el objetivo que se marcó con la conversión y autos de fe; borrar las huellas del cristianismo primitivo de Mallorca. A partir de entonces fue rebajando la presión social sobre la comunidad de descendientes de judíos conversos, y permitió que los "chuetas de oreja alta", los ricos judaizantes volvieran a formar parte de la vida social y religiosa de la comunidad balear, como antaño.
[editar] Retorno del profetismo
Durante los últimos 100 años, Mallorca ha sufrido una catarsis social y cultural considerable, producida por la extraordinaria situación geográfica de las islas y por la apertura de sus fronteras ideológicas. La presión social, política y religiosa se ha visto mermada por otro tipo de intereses comerciales, el turismo, que ha ido ganando batalla frente a la cerradez mental de sus habitantes. Ante esta nueva situación, toda la sociedad mallorquina, incluyendo el colectivo de chuetas, empieza a respirar de nuevo en ideas, en libertades, y en sentimientos, y tras un periodo de prueba protagonizado por una guerra, y un intento de retorno al oscurantismo de la persecución por parte del fascismo alemán, las comunidades judías de España se emancipan tímidamente, e inician de nuevo el camino público, sin darle validez a la existencia de la comunidad chueta de Mallorca, temerosa todavía de alzar la voz como colectivo.
Si bien durante la posguerra pocas fueron las voces, tanto en Mallorca como en España que se atrevieran a expresar públicamente su condición judía, al finalizar la misma, el miedo fue menguando y el retorno de esa peculiaridad profética se hizo presente en algunos chuetas, entre ellos un obrero yesero llamado Cayetano Martí Valls, en el cual se conjugaron algunos aspectos importantes a tener en cuenta; la recuperación del sincretismo espiritual de sus antepasados, y la visión profética del cristianismo autóctono partiendo desde su propia experiencia y ayudado sin duda, por su abuelo, Onofre Aguiló, un viejo chueta de oficio cordelero, el cual le fue transmitiendo aquellos sencillos recuerdos de Jesús, tal y como fueron conservados de padres a hijos antes de la persecución de la inquisición.
Recuperado el viejo espíritu profético a través de las enseñanzas autóctonas de sus antepasados y sin darle nombre alguno, el yesero Martí Valls fue reunificando a través de reuniones caseras, algunas de las familias obreras chuetas y no chuetas de Mallorca entre los que se encontraron también descendientes de judíos conversos peninsulares afincados en la isla y seguidores de las enseñanzas del carpintero. Ininterrumpidamente, cada viernes desde 1934, Martí fue predicando en su casa, el cristianismo de sus antepasados, basado en la sencillez, la justicia y el trabajo, actividad paralela a su oficio de yesero. Tan solo la guerra civil española truncó la iniciativa del entonces joven chueta, que más tarde, sobre los 20 años continuó practicando abiertamente desde su vieja casa de alquiler situada en la calle San Miguel, frente al Hospital Militar.
La actividad espiritual de este descendiente de judíos cristianos primitivos y la necesidad imperiosa de sacar a la luz el recuerdo vivo de las enseñanzas de Jesús de Nazareth transmitido por sus antepasados, es una epopeya no exenta de dificultades sociales. Años de prohibiciones, de control, de recelos, de miedos políticos y sobre todo de observancia estricta del nacionalcatolicismo, no impidieron que este personaje destapara la caja de Pandora del cristianismo más originario y provocador conservado en la isla de padres a hijos, situándose al margen de la religión oficial impuesta, el catolicismo; un cristianismo de tal profundidad y apertura que no pudo ya ser objeto de persecución, sino más bien de admiración y respeto.
[editar] La iglesia pobre , el retorno del cristianismo primitivo
En este personaje mallorquín, de heterodoxia definida sobre el cristianismo, se han concentrado algunas de las aspiraciones más reclamadas en su momento por las comunidades judías internacionales, y de las cuales destaca una de ellas en especial; el reconocimiento de su existencia en la historia. Con la creación del Estado de Israel se cerró un ciclo de justicia histórica hacia los judíos en el mundo, no obstante aún quedó mucho camino para el reconocimiento pleno de los descendientes de judíos conversos mallorquines, los chuetas, que hasta el día de hoy su existencia continúa poniéndose en duda, asegurando que no son más que una rama muerta del árbol de Israel.
En 1948 y de manera directa, Cayetano Martí rompió ese tabú hablando abiertamente de la existencia de descendientes en Mallorca, en una carta dirigida al primer ministro del recién Estado de Israel, David Ben Gurión; en ella el yesero pedía ayuda y libros con el fin de conocer mejor la historia de sus descendientes. Las malas interpretaciones de este comunicado produjeron tal confusión que tanto la comunidad judía internacional como el gobierno israelí establecieron un calendario de visitas a Mallorca con el convencimiento de poder encontrar descendientes judíos en activo entre la población mallorquina y la posibilidad de que estos pudieran emigrar a Israel a continuar formando el Estado. Los recelos de algunas comunidades judías como la catalana no hicieron más que incrementarse hacia Mallorca, por la pérdida de credibilidad que ello le suponía al no haber podido filtrar el contacto, pero sobre todo por no haber podido abanderar algo tan importante como pudiera ser un puente de diálogo entre España y el recién configurado Estado de Israel. Cayetano podía haber aceptado el reto, pero Martí no buscaba ser cabeza de puente del judaísmo religioso y político, sino conocer más sobre su origen y recuperar aquella parte robada injustamente de la historia, el cristianismo chueta y pobre de sus antepasados, los primeros cristianos israelitas llegados a Mallorca poco tiempo después de la muerte de Jesús de Nazareth.
Años de contactos internacionales, de iniciativas, de reuniones pero sobre todo de predicaciones de ese cristianismo primitivo desde la óptica sencilla de obrero, produjeron el que numerosos artículos de prensa y libros sobre los chuetas, reflejaran la curiosidad y el carácter judeocristiano de este peculiar personaje. El 9 de julio de 1987, a las 7 de la tarde, Cayetano Martí Valls reunió a 16 jóvenes y perfiló lo que se daría a llamar Iglesia pobre, cuyo espíritu se basaría en la apertura pública del cristianismo chueta, el retorno del cristianismo primitivo de sus antepasados después de 500 años de obligado silencio.
