Sacrificio humano
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Del latín sacrificĭum, un sacrificio humano es la ofrenda de un ser humano a una deidad en señal de homenaje o expiación. En sentido amplio, es toda muerte ritual de una o muchas personas a manos de un tercero o de una institución.
Los sacrificios humanos fueron practicados en muchas culturas antiguas. Se mataba a las víctimas ritualmente de una forma que pretendía apaciguar a los dioses. Los sacrificios humanos fueron practicados en las religiones celtas de la edad de bronce y en los rituales relacionados con la adoración de los dioses en Escandinavia, en Europa. Para los habitantes de la antigua Cartago, enemiga sempiterna de Roma, el sacrificio de infantes recién nacidos era también una manera de aplacar a sus dioses. Obras como "La consagración de la primavera" del compositor Igor Stravinski, hacen referencia a los antiguos sacrificios de doncellas en la actual Rusia.
Sin embargo, como la mayor parte de la información acerca de tales prácticas proviene de fuentes externas (los griegos y romanos con respecto a los celtas; los cristianos medievales por lo que concierne a los pueblos escandinavos), éstas pudieron estar inspiradas en propaganda.
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[editar] Sacrificios humanos en Mesoamérica
Los sacrificios humanos fueron practicados durante miles de años en distintas civilizaciones de agricultores sedentarios, en Mesoamérica relacionados con aspectos religiosos y con el juego de pelota.
En Tula, los toltecas asociaban la práctica de sacrificios humanos a la veneración de Tezcatlipoca y opuesto a ella el dios Quetzalcoatl.
En la cultura azteca o mexica, el sacrificio, entre otros de los seres humanos, era el modo idóneo (al menos a partir de las reformas de Tlacaelel) de salvar al universo de su destrucción (asegurando la perseverancia del Sol y con ello la vida misma), pero servía también a una estrategia de dominación y a garantizar los privilegios de las clases dominantes.
Un ciclo de 18.980 días se repetía cada 52 años, al término del cual el Quinto Sol -Nahui Ollin- corría el riesgo de extinguirse para siempre y la tierra de ser dominada por espantosos seres de la noche. Un enemigo debía entonces ser sacrificado en el monte Huixachtépetl para hacer brotar el fuego nuevo, después de lo cual sangre y corazones humanos debían periódicamente nutrir al dios.
Aunque algunos historiadores han sugerido que esta práctica pueda ser una leyenda de origen etnocéntrico europeo, lo cierto es que hay abundante evidencia arqueológica [1] y testimonios de cronistas, a veces inclinados a los mexicas, que dan cuenta de ella.
En las ceremonias sacrificiales ligadas a la Guerra Florida o Xochiyaoyotl, antes de ofrecer a una persona, los mexicas exigían que el guerrero que había capturado a la víctima hiciera un voto solemne en el calpulco. Enseguida, se procedía a la presentación pública de la víctima (un guerrero enemigo, pero a veces, también, un niño, una mujer o un anciano de poblaciones aledañas a Tenochtitlán). En el templo del dios Xipe Totec, se simulaba la extracción del corazón con tortillas de maíz para significar el rito destinado simbólicamente a alimentar a los dioses y preservar el mundo. Posteriormente, se vestía solemnemente a la víctima de rojo y blanco durante cuatro días, antes de colocarle el atuendo pinto con el que se haría la ceremonia final. Los sacrificadores se pintaban también de rojo y blanco, con escudos, bastón y sonajas ceremoniales que agitaban y golpeaban contra el suelo. Sahagún cuenta que los sacrificadores también se extraían sangre durante los cinco días anteriores al fatídico momento. Además, la víspera se organizaba la solemne danza de los cautivos, donde la víctima era forzada a bailar. Las personas condenadas a morir y sus sacrificadores pasaban la noche en vela juntos y éstos cortaban a aquéllos una mecha de cabellos para conservarlos como trofeo y objeto mágico portador del tleyotl (fuego interior de la víctima). Al amanecer, el sacrificador llevaba a la persona para ser inmolada en el templo. Antes de subir, se le retiraba parte de la vestimenta para descubrirle el pecho y, acto seguido, los sacerdotes subían a la persona al templo. Allí, se le atrapaba de las extremidades y se le extirpaba el corazón. En algunos casos, la víctima acudía sin resistencia al sacrificio e, incluso, algunos jóvenes aztecas se ofrecían voluntariamente y eran venerados como dioses durante las semanas que precedían a su muerte.
Había otras formas de sacrificio que podían aplicarse dependiendo de los ritos (decapitación, desplome desde un templo, entre otros). En ocasiones se mataba a esclavos, tlaaltitin, ofrecidos por comerciantes o artesanos con motivo de su propia fiesta religiosa. El cuerpo de la víctima muerta era entregado al sacrificador, quien ofrecía una parte a las autoridades (en especial los muslos y el torso que solía servir para alimentar a los animales del emperador: pumas, jaguares, serpientes). Con el resto del cuerpo, el sacrificador organizaba un banquete en el cual, al parecer, él mismo tenía la solemne prohibición de comer a quien había capturado con sus propias manos durante la Xochiyaoyotl o Guerra florida.
[editar] Sacrificios humanos en Japón
En Japón, el tipo de sacrificio humano más común fue la práctica de enterrar un sacrificio debajo de un edificio nuevo, conocido como hitobashira.
[editar] Razones del sacrificio humano en diferentes culturas
Entre las distintas razones que han existido para la práctica del sacrificio humano, parece haber las siguientes:
• Interés y buena fortuna.- En la India, algunos adherentes del tantrismo creen que los sacrificios humanos a los dioses pueden cambiar su fortuna. Asimismo, el sacrificio que acompañaba la inauguración de un edificio nuevo (un templo, un puente, una pirámide), podía tener dicho fin. Una leyenda china afirma que miles de personas fueron enterradas en la Gran Muralla.
• Preservación de relaciones en el otro mundo.- En el caso de sacrificios que acompañaban la muerte de un rey, de un gran sacerdote y de líderes en general, éstos solían servir a dar compañía al difunto en el otro mundo. Los mongoles y varios monarcas mesoamericanos podían llevarse consigo a la tumba gran parte de su casa, incluyendo criados y concubinos.
• Adivinación. Un sacerdote intentaba predecir el futuro a partir de los miembros y órganos del cuerpo de un preso o de un esclavo sacrificado. Según Strabo, los celtas apuñalaban a la víctima con una espada y adivinaban el futuro a partir de sus espasmos de muerte.
• Desastre natural. Las sequías, los terremotos, las erupciones volcánicas, entre otras catástrofes naturales fueron considerados como una muestra de la cólera o del descontento de dioses y los sacrificios eran realizados para apaciguar la ira divina. Los habitantes de la isla de Creta intentaron detener la destrucción de su isla de esta manera.
• Antropofagia.- Ha resultado sumamente polémica la afirmación, a partir de las observaciones de Edward Payne, de que la institucionalización de los sacrificios humanos en Mesoamérica tenía como fin suplir las deficiencias proteínicas en la dieta de los habitantes de la región, dada la ausencia de grandes mamíferos domésticos. Aunque no domésticos, la gran cantidad de venado salvaje y otras fuentes de proteínas animales en la región reduce la credibilidad de la hipótesis que privilegia el canibalismo como explicación de los ritos sacrificiales.
• Justicia y cultura del espectáculo. En un combate ritual u ordalía, la víctima era sacrificada en una lucha contra un guerrero, como si una justicia divina decidiera así quien debía triunfar. O bien, el sacrificio del perdedor en un juego o en una lucha era parte del interés del espectáculo, en Mesoamérica y Roma (bien que el juego de pelota, ulama, en Mesomérica estaba estrechamente ligado a la práctica de sacrificios humanos, se desconoce si se sacrificaba al perdedor, al ganador o a terceros). En la actualidad, la cultura del espectáculo suele producir todavía la muerte de personas en deportes y pasatiempos de alto riesgo como el box, las corridas de toros, la acrobacia y los archivos de récords o marcas. La pena capital impuesta a los delincuentes en Estados Unidos, Asia y África, puede considerarse una forma de sacrificio humano, en sentido amplio, por motivos de venganza y de intimidación de futuros criminales.
[editar] Bibliografía
- Jean-Pierre Albert, Béatrix Midant-Reynes (editores) : Le sacrifice humain, en Égypte ancienne et ailleurs, ed. Soleb, París, 2005, ISBN 2-9523726-0-8
- Michel Graulich : Le Sacrifice humain chez les Aztèques, Fayard, París, 2005, ISBN 2-213-62234-5
