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Reino de Asturias - Wikipedia, la enciclopedia libre

Reino de Asturias

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Reino de Asturias
Reinu d'Asturies
Asturorum Regnum
Cruz de la Victoria
(En detalle)
Imagen:Location of the Kingdom of Asturias.PNG
Lema Hoc signo tuetur pius. Hoc signo vincitur inimicus
En Latín: Con este signo se protege al pío. Con este signo se vence al enemigo.
Capitales Cangas de Onís, San Martín del Rey Aurelio, Pravia, Oviedo
Idiomas latín (oficial), protorromance asturiano en la zona nuclear del reino, vasco y protorromance galaicoportugués en las extremidades oriental y occidental de la monarquía.
Forma de Gobierno monarquía electiva (718-842), monarquía hereditaria (842-925)
Jefe de Estado Rey de Asturias
Duración 718 - 925
Establecimiento Coronación de Pelayo como Príncipe de los Astures en el año 718
Disolución División del Reino por Alfonso III (año 910). Su hijo, Fruela II, reunificó los territorios, pero trasladó la capital definitivamente a León en el año 925.
Primer monarca Don Pelayo
Último monarca Fruela II de Asturias
Estado precedente Ninguno
Estado sucesor Reino de León
Este artículo trata del país histórico llamado Reino de Asturias (718-925). Para información sobre la región moderna, véase el artículo Principado de Asturias.

El Reino de Asturias fue la primera entidad política cristiana establecida en la península Ibérica después del colapso del Reino visigodo tras la muerte del rey Rodrigo en la Batalla de Guadalete y la subsiguiente Invasión musulmana. El reino duró desde el año 718 hsta el 925 cuando Fruela II accedió al trono del Reino de León.

Tabla de contenidos

[editar] El sustrato indígena del Reino de Asturias

El reino asturiano tuvo como solar los territorios de la Cordillera Cantábrica y en particular los Picos de Europa y sus comarcas adyacentes. Según las descripciones de Estrabón, Dión Casio y otros geógrafos grecorromanos dicha zona estaba habitada en los albores de la era cristiana por diferentes pueblos, entre los cuales podemos citar los siguientes: Vadinienses, que habitaban los Picos de Europa y cuyo área de asentamiento fue desplazándose lentamente hacia Sur durante los primeros siglos de nuestra era, tal y como testimonian numerosas lápicas, los Orgenomescos, que moraban en la costa oriental asturiana, los Selinos, que como su propio nombre indica se distribuían por todo el valle del Sella (Salia), los Lugones, cuyo territorio se extendía entre los ríos Sella y Nalón y cuya capital se situaba en Lucus Asturum (Lugo de Llanera), los Astures propiamente dichos que habitaban la zona interior de Asturias situada entre los concejos actuales de Piloña y Cangas del Narcea, y los Pésicos, que moraban en la zona costera de Asturias Occidental, entre la desembocadura del Navia y la actual ciudad de Gijón.

Imagen de las brañas de Pornacal (Somiedo). En ella se observan las conocidas cabanas de teito, no muy diferentes de las viviendas de los antiguos astures
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Imagen de las brañas de Pornacal (Somiedo). En ella se observan las conocidas cabanas de teito, no muy diferentes de las viviendas de los antiguos astures

Las informaciones que nos dan los geógrafos clásicos acerca de la filiación étnica de estos pueblos son confusas: Ptolomeo señala que los astures habitaban la zona central de la actual Asturias, la que se extiende entre los ríos Navia y Sella, situándose al oriente de este río la frontera con el territorio de los cántabros. Sin embargo, ya en el siglo IV la Cosmographia de Julius Honorius pone el nacimiento del Ebro en territorio de los ástures (sub asturibus). En cualquier caso y dejando a un lado los detalles relativos a las fronteras entre las diferentes etnias cantábricas, Estrabón señala que todos los pueblos del Norte de España, desde los galaicos hasta los vascones, tenían una cultura y unas formas de vida similares.

De otra parte, existen testimonios que manifiestan que ni los lugones ni los pésicos eran identificados originariamente con los astures: De este modo, en el Parroquial Suevo se distingue entre astures y pésicos, como si fueran dos tribus diferenciadas, y en una lápida encontrada en el concejo de Piloña se señalaba la frontera entre los lugones y los astures. Parece, pues, que no existía ninguna identidad supratribal que cohesionase a las tribus del futuro territorio asturiano.

Sin embargo esta situación comenzó a cambiar en el Bajo Imperio y en tiempos de las invasiones germánicas: La lucha primero contra los romanos y luego contra los vándalos asdingos y los visigodos fue forjando una identidad común entre los pueblos de la futura Asturias. A este respecto, diversas excavaciones arqueológicas han encontrado restos de fortificaciones en los alrededores del castro de la Carisa (concejo de Lena). Los expertos consideran que dicha línea defensiva, ubicada estratégicamente en la cuenca alta del río Caudal -vía de entrada natural a Asturias desde la Meseta-, prueba la existencia de una resistencia organizada en el seno de la cual forzosamente debieron cooperar todos los habitantes de Asturias Central. En este sentido, dichos especialistas han descubierto en la Carisa dos niveles arqueológicos diferentes, uno de los cuales corresponde a las Guerras Cantabro-Astures y el segundo al periodo 675-715, en el que tuvo lugar la expedición de Wamba contra los astures.

La identidad asturiana que progresivamente iba forjándose cristalizaría de una manera definitiva tras la coronación de Pelayo, la victoria en Covadonga y la subsiguiente consolidación del Reino de Asturias. En este sentido, la crónica Albeldense, al narrar patrióticamente los sucesos de Covadonga, afirma que tras esa batalla "Asturorum Regnum divina providentia exoritur" (nació por la divina providencia el Reino de los Astures).

[editar] Ocupación islámica y revuelta astur

Pelayo, vencedor en Covadonga y primer Rey de los Astures
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Pelayo, vencedor en Covadonga y primer Rey de los Astures

En el transcurso de la conquista islámica de España, las principales ciudades y centros administrativos de la Península fueron cayendo en manos de las tropas musulmanas. El dominio de las regiones centrales y meridionales, como los valles del Guadalquivir o del Ebro presentó muy pocos problemas para los recién llegados, que se ayudaron de las estructuras administrativas visigodas existentes, de origen romano. Sin embargo, en las montañas del norte, los centros urbanos eran prácticamente inexistentes y la sumisión del país había de realizarse valle a valle. A menudo los musulmanes recurrían a tomar rehenes para asegurarse la pacificación del terreno recién conquistado.

Tras la primera incursión de Tarik que en el año 711 llegó hasta Toledo, el virrey yemení de Ifriqiya, Musa ibn Nusair, cruzó el año siguiente el Estrecho de Gibraltar y llevó a cabo una masiva operación de conquista que le llevaría capturar, entre otras, las ciudades de Mérida, Toledo, Zaragoza y Lérida. En la última fase de su campaña militar llegó hasta el noroeste de la Península donde logró apoderarse de las poblaciones de Lugo y Gijón. En esta última ciudad situó a un pequeño destacamento bereber al mando de un gobernador, Munuza, cuya misión debía consistir en consolidar el dominio musulmán sobre Asturias. Como garantía de la sumisión de la región algunos nobles astures, entre ellos Pelayo, fueron llevados como rehenes a Córdoba.

Pero, según cuentan tanto la Crónica Rotense como la de Al-Maqqari, Pelayo logró fugarse de dicha ciudad durante el gobierno del valí Al Hurr (717-718) y a su vuelta a Asturias instigó una revuelta contra las autoridades musulmanas de Gijón. El caudillo astur tenía entonces su morada en Bres (concejo de Piloña) y a dicho lugar Munuza envió tropas al mando del general Al Qama. Tras recibir noticias de la llegada de los musulmanes, Pelayo y sus compañeros cruzaron apresuradamente el río Piloña y se dirigieron al monte Auseva, en una de cuyas cuevas, Covadonga, se refugiaron. Allí lograron emboscar al destacamento sarraceno, que fue aniquilado. La victoria -relativamente pequeña, pues en ella intervinieron apenas unos cuantos cientos de soldados bereberes- otorgó un gran prestigio a Pelayo y provocó una insurrección masiva de los astures. Munuza, viéndose entonces aislado en una región crecientemente hostil decidió huir de Gijón y dirigirse a la Meseta a través del Camín de la Mesa. Sin embargo fue interceptado y muerto por los astures en Olalíes (actual concejo de Grado).

Vista del yacimiento del monte Curriel.los, en La Carisa
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Vista del yacimiento del monte Curriel.los, en La Carisa

Recientemente, en el Picu Homón, junto al puerto de la Mesa y en la Carisa (situada unos 15 kilómetros más al este, en el concejo de Lena, dominando los valles del Huerna y Pajares), que eran las dos vías de entrada a Asturias desde la Meseta, se han llevado a cabo de excavaciones por un equipo de arqueólogos, que han encontrado fortificaciones que, según los datos proporcionados por el Carbono 14, datan de entre finales del siglo VII y principios del VIII: En estos lugares han sido encontradas atalayas y fosos de casi dos metros, en cuya construcción y vigilancia tuvieron que participar miles de soldados, lo que requería de un alto grado de organización y de un liderazgo firme, probablemente el del propio Pelayo[1]. Por tal motivo, los especialistas consideran que es muy probable que la construcción de dicha línea defensiva tuviera como objetivo impedir la entrada de los musulmanes en Asturias a través de los puertos de la Mesa y Pajares[2].

Tras la victoria de Don Pelayo en la batalla de Covadonga (722) sobre los musulmanes se establece un pequeño territorio en las montañas asturianas que dará lugar más tarde al Reino de Asturias. El liderazgo de Pelayo no era comparable al de los reyes visigodos: de hecho los primeros reyes de Asturias se autotitulaban alternativamente princeps (príncipe) y rex (rey) y no es hasta la época de Alfonso II cuando este último título se consolida definitivamente. En este sentido el título de princeps tenía una gran tradición en los pueblos indígenas del norte de España y su uso se constata en la epigrafía cantábrica, en la que aparecen expresiones como princeps albionum[3] (en una inscripción hallada en el concejo de Coaña) y princeps cantabrorum[4] (en una lápida vadiniense del municipio de Cistierna, en León). En realidad, el reino de Asturias surgió como un caudillaje sobre los pueblos de la Cornisa Cantábrica que habían resistido tanto a los romanos como a los visigodos y que no estaban dispuestos a someterse a los dictados del Imperio Omeya. La influencia de los inmigrantes provenientes del sur, huidos de al-Ándalus, irá impregnando de goticismo al reino asturiano. Sin embargo, en tiempos ya tardíos del reino, en los Anales escritos en época de Alfonso II, todavía se renegaba de los visigodos culpándoles de la pérdida de Hispania. La crónicas en las que se basa el conocimiento de la época, escritas todas en tiempos de Alfonso III cuando la influencia ideológica goticista era ya importante, son la Sebastaniense, Albeldense y Rotense.

En la imagen el famoso Puente Romano de la localidad de Cangues d'Onís, primera capital del Reino de Asturias
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En la imagen el famoso Puente Romano de la localidad de Cangues d'Onís, primera capital del Reino de Asturias

Durante las primeras décadas el control asturiano sobre las diferentes regiones del reino era aún bastante laxo, y por ello debía ser fortalecido continuamente a través de alianzas matrimoniales con otras familias poderosas del norte de la Península Ibérica: De este modo, Ermesinda, la hija de Pelayo, contrajo matrimonio con Alfonso, hijo de Pedro de Cantabria. Y los hijos de Alfonso, Fruela y Adosinda hicieron lo propio respectivamente con Munia, una vasca originaria de Álava, y Silo, un jefe local pésico del área de Flavionavia (Pravia).

Tras la muerte de Pelayo en el año 737, su hijo Favila o Fáfila es elegido monarca. A Fáfila, según las crónicas, lo mata un oso en una de las pruebas de valor normalmente exigidas a la nobleza de la época.

[editar] Expansión inicial

A Fáfila le sucede Alfonso I, que heredó el trono de Asturias gracias a su matrimonio con la hija de Pelayo, Ermesinda. Alfonso nació probablemente en Tritium Megallum (Tricio, La Rioja), donde tenía su sede su progenitor, Pedro, duque de Cantabria: La crónica Albeldese narra que Alfonso se desplazó desde tierras riojanas a Asturias para contraer matrimonio con Ermesinda. La muerte de Favila posibilitó su acceso al trono así como la llegada al poder de una la que llegaría a ser una de las familias más poderosas del Reino de Asturias: La Casa de Cantabria. Si bien en un principio únicamente Alfonso se desplazó a la corte de Cangas, lo cierto es que, tras la progresiva despoblación de la Meseta y del Valle Medio del Ebro, donde se situaban las principales plazas fuertes del Ducado de Cantabria como Amaya, Tricio o la Ciudad de Cantabria, los descendientes del duque Pedro se retiraron desde tierras riojanas hacia el área cantábrica y allí llegaron con el tiempo a hacerse con los destinos del Reino de Asturias.

Será Alfonso el que inicie la expansión territorial del pequeño reino cristiano desde su primer solar de los Picos de Europa avanzando hacia el oeste hasta Galicia y hacia el sur con continuas incursiones en el valle del Duero tomando ciudades y pueblos y llevando a sus habitantes hacia las zonas más seguras del norte. Esto provocará el despoblamiento estratégico de la meseta creando el Desierto del Duero como protección contra futuros ataques musulmanes.

Este despoblamiento, defendido por Claudio Sánchez-Albornoz, es puesto en duda hoy en día, por lo menos en lo que se refiere a su magnitud. Las principales ideas para refutarlo son por un lado la conservación de la toponimia menor en múltiples comarcas así como el hecho de que aún hoy en día existan grandes diferencias, tanto desde el punto de vista de la antropología biológica como desde la cultural, entre los habitantes de la zona cantábrica y los de la Meseta Central. Lo que sí es cierto es que en la primera mitad del siglo VIII tuvo lugar en el Valle del Duero un proceso de ruralización que trajo consigo el abandono de la vida urbana y la organización de la población en pequeñas comunidades de pastores. Como causas de dicho proceso pueden citarse las siguientes: La quiebra definitiva del sistema de producción esclavista existente desde tiempos del Bajo Imperio, la propagación continuada de grandes epidemias en la zona, y por último el abandono de Al Ándalus por parte de las guarniciones bereberes tras la revuelta de los años 740 y 741. Todo ello posibilitó el surgimiento de un espacio poco poblado y sin organizar que aisló al reino asturiano de las acometidas musulmanas y le permitió afianzarse progresivamente.

Por lo demás, las campañas de los reyes Alfonso I y Fruela en valle del Duero no debían ser muy diferentes a las razzias que los astures realizaban por la misma zona en época prerromana: Inicialmente su expansión se lleva a cabo fundamentalmente a través del territorio cantábrico (desde Galicia hasta Vizcaya) y será necesario esperar hasta los reinados de Ordoño I y Alfonso III para que el Reino de Asturias tome posesión efectiva de los territorios situados al sur de la Cordillera.

Fruela I, hijo de Alfonso I, consolida y amplía los dominios de su padre. Es asesinado por su miembros de la nobleza vinculados a la casa de Cantabria. Le sucede Aurelio, descendiente de Pedro de Cantabria que instalará la corte en terrenos de lo que actualmente es el concejo de San Martín del Rey Aurelio entre los años 768 y 774. Al morir éste, le sucede Silo, que traslada la corte a Pravia. Silo estaba casado con Adosinda, una hermana de Alfonso I (por lo tanto, del linaje de Pelayo).

[editar] Afianzamiento

El Reino de Asturias en la Europa del año 814
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El Reino de Asturias en la Europa del año 814

Al morir el rey Silo es elegido rey el joven Alfonso (que más tarde sería Alfonso II de Asturias), pero Mauregato, hijo bastardo del rey Alfonso I, organiza una fuerte oposición y consigue que el nuevo rey se retire a tierras alavesas (su madre, Munia, era váscona) adjudicándose el trono asturiano. Este rey, pese a la mala fama que la historia le adjudica, mantuvo buenas relaciones con Beato de Liébana, quizás la figura cultural más importante del reino, y le apoyó en su lucha contra el adopcionismo. La leyenda dice que este rey era hijo bastardo de Alfonso I con una mora, y le atribuye el tributo de las cien doncellas. Le sucede Bermudo I, hermano de Aurelio. Se le llama el diácono, aunque probablemente solo recibiera votos menores.

Bermudo abdica tras una derrota militar, acabando su vida en un monasterio. Alfonso II el Casto vuelve a Asturias proclamándose rey, acabándose el período de relativa paz con los musulmanes de periodos anteriores. Durante su reinado conquista Lisboa en 798 y en 825 vence también a los musulmanes en el Nalón. Fija la capital del reino en Oviedo y repuebla Galicia, Castilla y León. Fue un reinado expuesto a ataques continuos de los musulmanes. Aún así, se expande, y aparece el prerrománico asturiano, dando lugar a joyas de la arquitectura medieval europea. Alfonso II instaura el culto jacobeo, y es la primera figura en el Camino de Santiago, que vincula a Asturias con Europa (especialmente con el reino de Carlomagno), teniendo como enemigo común a un Sur de cultura oriental. Alfonso II era de madre alavesa, con lo que ya se ve la vocación de atraer al reino asturiano a los vecinos váscones. En la batalla de Lutos (llodos en asturiano, ciénagas en castellano), se infringe una dura derrota a los árabes y bereberes que querían acabar con la creciente amenaza que suponía el ya reino. En 808, manda forjar la Cruz de los Ángeles. Este rey encarga al arquitecto Tioda la construcciones de varios edificios de carácter regio y religioso para embellecer Oviedo, de los cuales por desgracia pocos han sobrevivido, al edificarse encima en reinados posteriores.

Palacio de Santa María del Naranco, joya del arte ramirense
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Palacio de Santa María del Naranco, joya del arte ramirense

Los siguientes reyes, Ramiro I (hijo de Bermudo que se proclama rey tras una guerra civil) y Ordoño I, viven en un periodo de guerra continua contra los musulmanes. En tiempos de Ramiro I, se desarrolla el arte ramirense, el apogeo del prerrománico asturiano. Este rey libra la batalla de Clavijo, en la que, según la leyenda, el apóstol Santiago a lomos de un caballo blanco ayuda al ejército asturiano contra las tropas islámicas. En el año 844, una flota normanda aparecía frente a la costa de Gijón. No se sabe con certeza si desembarcaron allí, pero no fueron detenidos ya que prosiguieron hasta el lugar que las crónicas llamaban Faro de Brigantio (La Coruña), donde fueron rechazados, prosiguiendo la incursión según las crónicas hacia España (las crónicas asturianas llamaban España a al-Ándalus).

Ordoño repuebla Astorga, León, Tuy y Amaya. Establece relaciones estrechas con el reino de Navarra, ayudando posiblemente a la liberación del rey García Íñiguez secuestrado por los normandos. Dentro del proceso de vinculación con el valle del Ebro, establece alianzas con los Banu Qasi de Zaragoza, a los que también combate en ocasiones en sucesivas variaciones de alianzas. Ordoño también trata de ayudar, sin éxito, a los mozárabes toledanos en rebelión contra el emir cordobés. A su muerte, le sucede su hijo Alfonso III.

[editar] Apogeo y final

En amarillo, la extensión aproximada de los reinos de Asturias y Navarra a la muerte de Alfonso III
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En amarillo, la extensión aproximada de los reinos de Asturias y Navarra a la muerte de Alfonso III

Alfonso III marca el momento cumbre de poderío del reino de Asturias. Establece relaciones muy estrechas con el Reino de Navarra, lucha y se alía repetidas veces con los Beni Qasi de Zaragoza y lucha al lado de los mozárabes de Toledo en su lucha contra el poder califal. En el año 908, un siglo después de que Alfonso II lo hiciera con la cruz de los Ángeles, manda forjar la Cruz de la Victoria, símbolo desde entonces de Asturias. Alfonso se casa con Jimena, noble navarra, posiblemente hija de García Iñíguez. Con el apoyo de los nobles gallegos, como Hermenegildo Gutiérrez, conquista el norte de Portugal. También se avanza por el Duero, conquistándose Zamora y Burgos. En el momento de apogeo, el reino asturiano ocupa todo el noroeste peninsular, desde Oporto hasta Álava.

García I, hijo de Alfonso III el Magno, después de su lucha contra su padre y sus hermanos Ordoño II y Fruela II, traslada la capital del reino a León, con lo que se crea un nuevo reino que aglutinará al asturiano, el Reino de León.

[editar] La articulación territorial del Reino de Asturias

[editar] La zona nuclear del reino: Las Asturias y Liébana

Asturias fue el solar donde se forjó el primer estado cristiano de la Reconquista. En territorio asturiano se sitúan las cuatro capitales que sucesivamente tuvo el reino (Cangas de Onís, Pravia, San Martín del Rey Aurelio y Oviedo) así como las principales muestras del arte prerrománico asturiano.

La Crónica Rotense, al mencionar las campañas de Alfonso I, dice que "en este tiempo se poblaron las Asturias, Primorias, Liébana, Transmiera, Sopuerta, Carranza, Bardulia, que ahora llaman Castilla y la parte marítima de Galicia"[5]. Se describen en esta cita las diferentes entidades regionales y comarcales existentes en territorio cantábrico.

En principio, y tal y como se deduce del testamento de Alfonso II[6] (año 842), el reino original de Pelayo se extendía entre los ríos Eo y Deva, sobre los que territorios que más tarde se conocerían con los nombres de Asturias de Oviedo y Asturias de Santillana. Sin embargo, los sucesores de Pelayo fueron progresivamente extendiendo sus dominios, engullendo territorios como Trasmiera o El Bierzo que, no obstante, conservaron su autonomía bajo la forma de ducados o condados regidos por comtes vinculados a la aristocracia local, como Rodrigo de Castilla o Gatón del Bierzo.

Al este del río Miera se situaban las comarcas de Trasmiera, Sopuerta y Carranza. Estos dos últimos territorios fueron anexionados artificialmente a Vizcaya y posteriormente al País Vasco, pero aún hoy siguen conservando buena parte de su cultura cántabra original: El habla tradicional de Encartaciones presenta rasgos montañeses y la mitología tradicional encartada incluye referencias a criaturas como el Ojáncano o el Trenti que tan familiares son en el folclore de Cantabria.

[editar] Las marcas occidentales: Galicia y el Condado Portucalense

La vinculación entre el norte de Galicia y Asturias se constata ya en el Parroquial Suevo, documento del siglo VI donde se habla de la sede obispal de Britonia, que se extendía por territorios de la provincia de Lugo y de Asturias.

En el transcurso de la conquista musulmana de España los musulmanes conquistaron Tuy, y establecieron allí un señorío que tenía por base el valle bajo del Río Miño. La rebelión bereber de los años 740 y 741 trajo como consecuencia el abandono por parte de las guarniciones bereberes de todas sus posiciones al norte de la Sierra de Gredos. De este modo el sur de Galicia se vio libre del dominio musulmán, aunque sufrió un proceso de despoblación similar al del Valle del Duero que llevó al abandono de todo tipo de vida urbana.

Por el contrario, el norte de Galicia fue incorporado al naciente reino asturiano por el rey Alfonso I, que instaló en la ciudad de Lugo al obispo Odoario. La débil posición asturiana tuvo que ser consolidada por su sucesor, Fruela I, que aplastó una insurrección de los gallegos y derrotó en Pontuvia una expedición de castigo enviada por el emir de Córdoba Abderramán I. Décadas después, otra insurrección de los gallegos fue derrotada por el rey Silo en la batalla de Montecubeiro, cerca de Castroverde.

En cualquier caso, el descubrimiento en tiempos del rey Alfonso II del sepulcro del apóstol Santiago y el surgimiento del Camino que lleva su nombre aseguraron la integración espiritual de Galicia en el Reino de Asturias y posteriormente en los de León y Castilla.

La expansión hacia el Sur fue iniciada por Ordoño I, que repobló Tuy. En décadas posteriores Vímara Pérez, vasallo de Alfonso III, llegó hasta Oporto sentando las bases del Condado Portucalense que más tarde daría lugar a Portugal.

[editar] La frontera oriental: Ducado de Cantabria, Castilla, Álava y el alto valle del Ebro

Las zonas más orientales de la Submeseta Norte estaban pobladas a finales del siglo VIII por pequeñas comunidades rurales de muy diversos orígenes étnicos. La población indígena era descendiente de las diferentes tribus que poblaban el lugar en tiempos prerromanos, como los vacceos, los turmogos y los celtíberos, y se dedicaba fundamentalmente a labores de pastoreo. Sobre esta población originaria se fue asentando una oleada migratoria procedente del área cantabro-pirenaica, que venía integrada fundamentalmente por clanes pertenecientes a dos pueblos diferentes: Los cántabros y los vascones.

La expansión más temprana es la de los cántabros. La Cantabria romana se extendía casi exclusivamente por territorios de la Cordillera, pero sin embargo ya a partir del siglo II y probablemente fruto de la sedentarización de este pueblo, comienza su expansión por tierras de la Meseta, testimoniada arqueológicamente por infinidad de lápidas vadinienses que registran un intenso movimiento migratorio de los habitantes de la zona de los Picos de Europa hacia la zona de Cistierna (León). Sin embargo, la colonización más intensa fue la que se llevó a cabo en el valle alto-medio del río Ebro, en las actuales provincias de Burgos y La Rioja.

De este modo, de la lectura de la Crónica del Biclarense (siglo VI), donde se describen las campañas del rey visigodo en tierras de los cántabros, se deduce que la Cantabria visigoda no coincidía con la descrita por los geógrafos romanos, sino que se extendía por las tierras de La Rioja y la Ribera Navarra. Se la describe como una región ubicada junto al territorio de los vascones, y cuya capital era una urbe que portaba el mismo nombre, la Ciudad de Cantabria, asentada unos kilómetros al sur de la actual ciudad de Logroño y cuyas ruinas son aún visibles. Dicha ciudad recibió las admoniciones de San Millán, que exhortó a sus habitantes a la conversión, sino querían ser destruidos por las fuerzas del mal. Una advertencia que no fue escuchada por los lugareños, que al año siguiente verían sus hogares destruidos por las tropas del rey arriano Leovigildo[7]. Más tarde, este lugar fue sede del Ducado de Cantabria, creado por Ervigio a finales del siglo VI, y que tenía como objetivo pacificar a los cántabros y contener la expansión vasca. Se conoce el nombre de uno de sus duques, Pedro, que fue padre del rey asturiano Alfonso I y también algunas de sus instituciones, pues la Vida de San Millán, escrita por San Braulio, cita la existencia de un Senado de Cantabria que tenía su sede en la ciudad homónima.

Todavía en el siglo XI el obispo de Astorga, Sampiro, denomina a Sancho III el Mayor de Navarra como Rex Cantabriensis, y ya en el reinado de García IV un noble navarro, Fortún Ochoiz, recibe el título de señor de Cameros, señor de la Val de Arnero y Señor de Cantabria.

La expansión vasca tuvo lugar a principios de la Reconquista. La toponimia demuestra que la lengua éuskara fue hablada en buena parte de La Rioja y de Burgos y en las Glosas Emilianenses se conservan algunas frases en vasco que fueron anotadas probablemente por monjes hablantes nativos de esta lengua. De hecho, la lengua castellana ha heredado de la vasca su sistema fonológico y buena parte de su antroponimia (García, Sancho, Jimeno) e incluso en el poema del Mio Cid y en las obras de Gonzalo de Berceo algunos de sus personajes emplean expresiones vascuences.

En cualquier caso, la zona comenzó a caer bajo la órbita de los reyes de Asturias a partir de Ordoño I, que con ayuda de su vasallo Rodrigo repobló la Peña de Amaya y fundó la ciudad de Burgos. Sin embargo, la región era difícil de defender puesto que, a diferencia de los territorios de la Cordillera, era bastante llana y no ofrecía refugios naturales. De ahí para proteger la frontera oriental del Reino de Asturias tuvieran que construirse multitud de castillos que pronto darían nombre a la región: Castilla.

[editar] Cultura y sociedad

El reino tenía una economía de subsistencia puramente agrícola y ganadera, eminentemente rural, con Oviedo como único núcleo urbano en la actual Asturias. Sin embargo, había una serie de ciudades importantes en las demás partes del reino, como Braga, Lugo, Astorga, León, Zamora. La sociedad, de tipo igualitario en un primer momento, se va feudalizando progresivamente, sobre todo con la llegada de población mozárabe de cultura visigoda. Paradójicamente, esta población va cristianizando el reino, que inicialmente se asentaba en una zona con muchos elementos culturales paganos (la iglesia de Santa Cruz, en Cangas de Onís, primer vestigio arquitectónico, se construye sobre un dólmen).

Pese a que tradicionalmete se consideró que la actividad cultural era muy escasa, el trabajo de Beato, el acróstico dedicado a Silo, las construcciones prerrománicas, etc, hacen que este punto de vista este cambiando.

La organización territorial estaba ligada a comtes, que estaban al mando de las partes más alejadas, estando el núcleo inicial astur-cántabro bajo mandato directo del rey. La estructura de la corte, el oficio palatino, era mucho más simple que el de los visigodos.

[editar] Religiosidad y espiritualidad en el Reino de Asturias

[editar] Restos de paganismo celta y megalítico

Artículo principal: Cultura celta en Asturias

La cristianización de Asturias se llevó a cabo de una manera muy lenta y puede decirse que jamás llegó a completarse y las antiguas divinidades pervivieron en las creencias populares, arrinconadas por la nueva religión. En este sentido, San Martín de Braga reprendía de este modo en su obra De correctione rusticorum a los campesinos de la Gallaecia por su apego a los cultos paganos: "Muchos demonios de los expulsados del cielo presiden en el mar, en los ríos, en las fuentes o en las selvas y se hacen adorar de los ignorantes como dioses. A ellos hacen sacrificios: en el mar invocan a Neptuno; en los ríos, a las Lamias; en las fuentes, a las Ninfas; en las selvas, a las Dianas"[8].

El Río Deva, que en su día estuvo consagrado a la diosa pagana homónima
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El Río Deva, que en su día estuvo consagrado a la diosa pagana homónima

El folklorista asturiano Constantino Cabal fue el que sostuvo por vez primera la existencia de parentesco etimológico, hoy generalmente aceptado por los filólogos, entre el vocablo latino diana, que menciona la cita de San Martín de Braga, y el asturiano xana, que designa a la conocida criatura de la mitología asturiana: Con ello se demostraría la continuidad existente entre la antigua religión astur y las creencias míticas existentes en la actualidad en las zonas rurales de Asturias. De hecho, Covadonga era probablemente uno de los santuarios más importantes de la Asturias pagana. No en vano el arroyo que brota de la cueva lleva aún hoy el nombre de la antigua diosa céltica Deva, a cuyo culto estaba consagrado el lugar antes de su cristianización. Se trataba de una divinidad que gozaba de gran predicamento en época precristiana, tal y como testimonian topónimos como La Isla de Deva (en Castrillón) o el pozo del Güeyu la Deva (Gijón). De la primera se dice aún hoy que vienen las niñas que nacen en el territorio de dicho concejo. Del Güeyu la Deva, que sus aguas rojas no son más que la sangre de los moros derrotados en la batalla de Covadonga.

El tejo (texu) representa el vínculo de los asturianos con la Tierra, los Antepasados y la Religión Antigua
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El tejo (texu) representa el vínculo de los asturianos con la Tierra, los Antepasados y la Religión Antigua

Probablemente estas leyendas no sean más que vestigios de un antiguo culto pagano que en su día se extendía por toda Asturias y que tenía su centro en el Monte Auseva: Quizá por ese motivo Pelayo fue a refugiarse allí con sus hombres y tanto él como su hijo Favila fueron enterrados en un área dolménica de los alrededores, al estilo de dos caudillos paganos: Favila fue enterrado en el dolmen de Santa Cruz en el que se ha preservado una lápida en la que se afirma que su sepelio fue presidido por el vate Asterio. ¿Por qué razón se eligió este lugar como último lugar de descanso del príncipe de los astures? La tradición nos dice que el lugar está poblado por xanas, y era común entre los lugareños extraer tierra de sus alrededores, a la que se atribuían propiedades curativas.

Mas, ¿qué hay de Asterio, el religioso que ofició el sepelio? La lápida hallada en el dolmen lo describe como un vate, por lo que cabe preguntarse por la naturaleza de sus funciones: ¿Era un profeta? ¿un bardo al más puro estilo de la tradición céltica? ¿o un sacerdote de origen británico?. No está de más recordar que la cristianización de Asturias se llevó a cabo por vías no demasiado ortodoxas: el Parroquial Suevo atribuía a la sede de los bretones las parroquias existentes en el territorio asturiano, por lo que es probable que las primitivas formas de cristianismo existentes en Asturias no difirieran demasiado de las prácticas existentes entre las iglesias de las Islas Británicas, entre ellas la tonsura de sus monjes, que por sus reminiscencias paganas fue condenada por el IV Concilio de Toledo.

Lo más probable es que Asterio fuera ministro de algún culto sincrético, que combinaba el cristianismo con elementos de la antigua religión. Gaspar Meana ha lanzado en este sentido una tesis sugestiva según la cual la familia indígena de los Pelágidas (descendientes de Pelayo) era proclive a la conservación de los elementos paganos, o cuando menos, al desarrollo de un cristianismo de cuño indígena, acorde con la mentalidad panteísta de los pueblos del área cantábrica. En este sentido, los integrantes de la Casa de Cantabria, descendientes del Duque Pedro, no serían más que inmigrantes llegados de la Meseta que pretendían imponer progresivamente un cristianismo más ortodoxo. De ahí que una de las primeras medidas que tomó Ramiro tras vencer al pelágida Nepociano fuera la de quemar a los magos, los sacerdotes de la Antigua Religión.

En cualquier caso, lo cierto es que el paganismo influyó en las prácticas de la Iglesia Católica en Asturias: No era infrecuente que los sacerdotes participasen en los conjuros para impedir la llegada del Ñuberu a una determinada parroquia, y en la figura de los freros se conservan las últimos vestigios de la tradición bárdica en la Asturias tradicional.

[editar] Religiosidad cristiana: Milenarismo y culto jacobeo

Durante los reinados de Silo y de Mauregato se sentaron las bases de la cultura del Reino de Asturias y de la España cristiana de la Alta Edad Media. En este periodo aparentemente anodino, en el que los reyes de Asturias se sometieron a los dictados de los emires cordobeses, vivió Beato de Liébana, que es probablemente la mayor figura intelectual del Reino de Asturias, y cuya obra dejó una huella imperecedera en la cultura cristiana de la Reconquista.

Mapa Mundi de Beato de Liébana. A diferencia de lo que sucede en la cartografía moderna, el mapa no se encara hacia el Norte sino hacia Oriente. Se dice por ello que está orientado (de ahí viene el término).
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Mapa Mundi de Beato de Liébana. A diferencia de lo que sucede en la cartografía moderna, el mapa no se encara hacia el Norte sino hacia Oriente. Se dice por ello que está orientado (de ahí viene el término).

Beato se vio directamente involucrado en la querella adopcionista, en el seno de la cual combatió con fuerza a Elipando, obispo de Toledo. Los adopcionistas defendían que Jesucristo nació hombre y que sólo tras su muerte y resurrección fue adoptado por el Padre y adquirió la cualidad divina. El adopcionismo tenía raíces en el arrianismo, que negaba la divinidad de Cristo, y en el paganismo grecorromano, donde existían algunos ejemplos de héroes como Hércules que después de su muerte alcanzaron la apoteosis. No han de descartarse asimismo influencias musulmanas en el surgimiento del adopcionismo, pues Elipando fue impuesto en su cargo por las autoridades musulmanas, cuya religión negaba la divinidad de Jesús, al que se consideraba como un profeta pero no como al Hijo de Dios. Sin embargo, la herejía adopcionista fue combatida por Beato desde su monasterio de Santo Toribio de Liébana, al par que defendió la independencia de la iglesia asturiana frente a la toledana y estrechó lazos con Roma y el Imperio Carolingio: En este sentido, Beato fue apoyado en su lucha contra la iglesia toledana por el Papa así como por Alcuino de York, estudioso anglosajón afincado en Aquisgrán con el cual cultivó una gran amistad.

El Ángel de la Quinta Trompeta: "Y el quinto ángel tocó su trompeta, y vi estrellas caer del cielo hacia la tierra y a él le fueron entregadas las llaves del abismo" (Apocalipsis, 9.1)
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El Ángel de la Quinta Trompeta: "Y el quinto ángel tocó su trompeta, y vi estrellas caer del cielo hacia la tierra y a él le fueron entregadas las llaves del abismo" (Apocalipsis, 9.1)

La obra de mayor trascendencia creada por Beato fueron sus Comentarios al Apocalipsis, que fueron copiados en manuscritos en los siglos posteriores (denominados usualmente Beatos) y de los que el escritor italiano Umberto Eco ha llegado a decir: "Sus fastuosas imágenes han dado lugar al mayor acontecimiento iconográfico de la historia de la humanidad". Beato expone en ellos una interpretación personal del relato apocalíptico, a la que añade citas procedentes del Antiguo Testamento y de los Padres de la Iglesia, y todo ello acompañado por magistrales ilustraciones.

"La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, resplandecía de oro, piedras preciosas y perlas; llevaba en su mano una copa de oro llena de abominaciones, y también las impurezas de su prostitución, y en su frente un nombre escrito -un misterio-: «La Gran Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra.»" (Apocalipsis, 17.4-5)
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"La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, resplandecía de oro, piedras preciosas y perlas; llevaba en su mano una copa de oro llena de abominaciones, y también las impurezas de su prostitución, y en su frente un nombre escrito -un misterio-: «La Gran Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra.»" (Apocalipsis, 17.4-5)
"Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está encinta, y grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz. Y apareció otra señal en el cielo: un gran Dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas" (Apocalipsis, 12.1)
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"Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está encinta, y grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz. Y apareció otra señal en el cielo: un gran Dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas" (Apocalipsis, 12.1)
La apertura del Sexto Sello: "Y vi cómo se abría el sexto sello, y surgió un enorme terremoto, y el sol se volvió negro como la tela de cilicio, y la luna se volvió toda como de sangre" (Apocalipsis, 6,12)
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La apertura del Sexto Sello: "Y vi cómo se abría el sexto sello, y surgió un enorme terremoto, y el sol se volvió negro como la tela de cilicio, y la luna se volvió toda como de sangre" (Apocalipsis, 6,12)
"Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, dice el Señor Dios, el que Fue, el que Es y el que Será. El Todopoderoso" (Apocalipsis, 1.8)
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"Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, dice el Señor Dios, el que Fue, el que Es y el que Será. El Todopoderoso" (Apocalipsis, 1.8)
"Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco: el que lo monta se llama «Fiel» y «Veraz»; y juzga y combate con justicia. Sus ojos, llama de fuego; sobre su cabeza, muchas diademas; lleva escrito un nombre que sólo él conoce; viste un manto empapado en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios." (Apocalipsis, 19.11)
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"Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco: el que lo monta se llama «Fiel» y «Veraz»; y juzga y combate con justicia. Sus ojos, llama de fuego; sobre su cabeza, muchas diademas; lleva escrito un nombre que sólo él conoce; viste un manto empapado en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios." (Apocalipsis, 19.11)

En los Comentarios se da una nueva interpretación a los símbolos del Apocalipsis: Babilonia ya no representa a la ciudad de Roma, sino a Córdoba, sede de los emires de Al Ándalus; la Bestia, antiguo símbolo del Imperio Romano, encarna ahora al invasor islámico que amenazaba con destruir la cristiandad occidental y que en esa época atribulaba con sus frecuentes razzias a los territorios del Reino de Asturias.

En el prólogo al segundo libro de esta obra se encuentra uno de los Mapa Mundi más conocidos de la cultura altomedieval europea. El objetivo de este mapa no es la representación geográfica del mundo sino el de servir como ilustración de la diáspora evangelizadora de los Apóstoles durante las primeras décadas del cristianismo. Beato se basó para confeccionarlo en los datos proporcionados por San Isidoro de Sevilla, Ptolomeo y las Sagradas Escrituras. El mundo se representa como un disco de tierra rodeado por el Océano y que se divide en tres partes: Asia (semicírculo superior), Europa (cuadrante inferior izquierdo) y África (cuadrante inferior derecho). El Mar Mediterráneo (Europa-África), el Río Nilo (África-Asia) y el Mar Egeo y el Bósforo (Europa-Asia) separaban a las masas continentales.

Beato estaba convencido de la llegada inminente llegada del Fin de los Tiempos, que vendrían precedidos por el reinado del Anticristo, cuyo imperio duraría 1290 años. Basándose en el esquema expuesto por San Agustín en su obra la Ciudad de Dios, el creador de los Comentarios consideraba que la historia del mundo se estructuraba en seis edades: Las cinco primeras se extendían entre la creación de Adán y la crucifixión Jesucristo, mientras que la sexta, posterior a Cristo y contemporánea a nosotros, debía culminar con el desencadenamiento de los sucesos profetizados por el Apocalipsis.

Los movimientos de carácter milenarista eran comunes en la Europa de entonces: En el periodo 760-780 se producen en las Galias toda una serie de fenómenos astrales que provocan pánico entre la población; un monje visionario, Juan, predice la llegada del Fin del Mundo en el reinado de Carlomagno. Aparece en estas mismas fechas el Apocalipsis de Daniel, un texto escrito en lengua siríaca durante el reinado de la emperatriz Irene en Bizancio en el que se profetizaban toda una serie de guerras entre árabes, bizantinos y pueblos del Norte que finalizarían con la llegada del Anticristo.

Para Beato, los acontecimientos que estaban teniendo lugar en Hispania (el dominio islámico, la herejía adopcionista, la progresiva asimilación de los mozárabes...) eran señales que indicaban la proximidad del eón apocalíptico. Según cuenta Elipando en su Carta de los obispos de Spania a sus hermanos de la Galia, el abad de Santo Toribio llegó a anunciar a sus paisanos de la Liébana la llegada del Fin del Mundo para la pascua del año 800: La víspera de ese día, cientos de aldeanos se agruparon en torno al Monasterio de Santo Toribio, esperando -aterrados- el prodigio. Durante casi día y medio permanecieron en aquel lugar sin probar bocado hasta que uno de ellos, de nombre Ordoño, exclamó: ¡Comamos y bebamos, de manera que si llega el fin del mundo estemos hartos!".

Las visiones proféticas y milenaristas de Beato de Liébana tuvieron una huella perdurable en el desarrollo del Reino de Asturias: La Crónica Profética, que fue redactada en torno al año 880, predice la caída final del Califato de Córdoba y la conquista y redención de toda España por el rey Alfonso III. Asimismo, el icono de la Cruz de la Victoria, que terminó convirtiéndose el emblema del Reino de Asturias, tiene su origen en un pasaje del Apocalipsis en el que San Juan de Patmos tiene la siguiente visión de la Parusía: Ve a Jesucristo sentado en majestad compañado de nubes y afirmando "Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el que Fue, el que Es y el que Será. El Todopoderoso"[9]. El uso del lábaro se remonta a tiempos de Constantino el Grande, que lo empleó durante la célebre batalla del Puente Milvio. Pero en Asturias, el uso de la Cruz de la Victoria adquirió tintes de veneración. En casi todas las iglesias prerrománicas aparece grabado dicho icono[10][11], a menudo acompañado de la expresión "Hoc signo tuetur pius, in hoc signo vincitur inimicus", [12] que se convirtió en el lema de los monarcas asturianos".

Otro de los legados espirituales del Reino de Asturias lo constituye el surgimiento de una de las vías de transmisión cultural más fascinante de Europa: El Camino de Santiago. El primer texto que hace referencia a la predicación de Santiago el Mayor es el Breviario de los Apóstoles, texto del siglo VI que cita a un lugar denominado Aca Marmárica como su lugar de descanso definitivo. San Isidoro de Sevilla insistió en esta idea en su tratado De ortu et obitum patrium. Siglo y medio después, en tiempos del rey Mauregato fue compuesto el himno O Dei Verbum en el que se califica al apóstol de "áurea cabeza de España, nuestro protector y patrono nacional"[13], y se hace referencia a su predicación en la Península durante las primeras décadas del cristianismo. Algunos atribuyen dicho himno a Beato, aunque esto es discutido por los historiadores

Pero no fue hasta el reinado de Alfonso II cuando desde Galicia llegaron noticias de un acontecimiento prodigioso: En la diócesis de Iria Flavia un ermitaño llamado Pelayo había observado durante varias noches sucesivas resplandores misteriosos sobre el bosque de Libredón. Canciones de ángeles acompañaban el baile de luminarias. Impresionado por este fenómeno, Pelayo se presentó ante el obispo de Iria Flavia, Teodomiro, que acudió al lugar con su séquito. En la espesura del bosque se halló un sepulcro de piedra con tres cuerpos, que fueron identificados con los del apóstol Santiago el Mayor y sus dos discípulos, Teodoro y Atanasio. Según la leyenda, el rey Alfonso fue el primer peregrino en acudir a ver al Apóstol: Durante las noches que duró el trayecto fue guiado por el curso de la Vía Láctea, que a partir de ese momento tomaría el nombre popular de Camino de Santiago.

El hallazgo de la tumba de Santiago supuso un éxito político de primer orden para el Reino de Asturias: En su Mapa Mundi, Beato situaba exultante en Hispania los restos de Santiago el Mayor. junto con Asia (concretamente Éfeso) donde reposaba el cuerpo de San Juan, y Roma, donde fueron enterrados los restos de San Pedro y San Pablo. A partir de este momento, Santiago de Compostela se convertiría junto con Roma y Jerusalén en una de las tres ciudades santas de la Cristiandad. Al calor del Camino de Santiago penetraron en la Península Ibérica durante los siglos siguientes multitud de influencias procedentes de Centroeuropa, desde los estilos gótico y románico hasta la trova provenzal.

Sin embargo, la historia del descubrimiento de los restos del Apóstol presenta ciertos trazos enigmáticos. La tumba fue encontrada en un lugar que venía siendo usado como necrópolis desde el Bajo Imperio, por lo que es posible que se tratara de los restos de un notable de la zona: El historiador británico Henry Chadwick lanzó la hipótesis que identificaba el sarcófago hallado en Compostela con las reliquias de Prisciliano. Otros autores, como Constantino Cabal, ponen de relieve que muchos lugares de Galicia como el Pico Sacro, la Pedra da Barca (Muxía) o San Andrés de Teixido eran objetivo de peregrinaciones de fieles paganos, que consideraban que aquellos lugares, identificados con el Fin del Mundo, eran puertas de entrada al Otro Mundo. Con el descubrimiento de la tumba de Santiago se inició la progresiva cristianización de estas rutas de peregrinación.

  • Liber Sancti Jacobi
  • Eiztari Beltza

[editar] Las Crónicas del Reino de Asturias

[editar] Crónicas cristianas

Crónicas redactadas en territorio andalusí:

  • Crónica bizantino-árabe de 741 (también llamada Continuatio Hispania)
  • Crónica mozárabe (754)

Crónicas redactadas durante el reinado de Alfonso III:

Crónicas del siglo XI:

Crónicas del siglo XII:

Crónicas redactadas durante el reinado de Fernando III del Santo:

Crónicas redactadas durante el reinado de Alfonso X el Sabio:

  • Estoria de España, también llamada Crónica General de España, la primera escrita en castellano.

[editar] Crónicas musulmanas

  • Crónica de Al-Makkari

[editar] Legado

El Reino de Asturias se contempla tradicionalmente como el origen de la Reconquista. Si bien en los primeros momentos fue sólo una lucha indígena contra pueblos extranjeros (como ástures y cántabros ya habían hecho contra romanos y visigodos), la espectacular expansión posterior y el hecho de haber contenido el germen de la conocida como Corona de Castilla (unión de los reinos de Castilla y León) supusieron una relevancia histórica que en la época no cabía vislumbrar.

Fue el lugar del nacimiento del asturiano, bable o asturleonés, lengua también hablada en el Reino de León.

Siglos después del reinado de los últimos monarcas asturianos, en 1388, se creó el Principado de Asturias y el título de Príncipe de Asturias que desde entonces ostentaría el heredero de los reinos de la Corona de Castilla y, posteriormente, de la de España.

[editar] Bibliografía

[editar] Notas

  1. Los expertos creen que La Carisa albergó los choques bélicos previos a la batalla de Covadonga
  2. La vinculación de los restos de la muralla al rey Pelayo es «una hipótesis seria»
  3. Nícer, Príncipe de los Albiones. El escritor asturiano Juan Noriega hizo de él uno de los protagonistas principales de su novela histórica La Noche Celta, ambientada en el castro de Coaña.
  4. Doviderio, Príncipe de los Cántabros.
  5. En latín: "eo tempore populantur Asturias , Primorias, Liuena, Transmera, Subporta, Carrantia, Bardulies qui nunc uocitatur Castella et pars maritimam [et] Gallecie"
  6. La cita es la siguiente: "Totas scilicet Asturias per Pirineos montes usque Sumrostrum (Somorrostro) et usque Transmera (Transmiera) et usque ad litus maris et usque in Ove (Eo) flumine"
  7. Detalle de la arqueta de San Millán (Monasterio de Yuso) En la imagen de arriba el santo advierte a los habitantes de la ciudad de Cantabria. En la imagen inferior se representa la conquista de la ciudad por tropas visigodas
  8. En latín: "Et in mare quidem Neptunum appellant, in fluminibus Lamias, in fontibus Nymphas, in silvis Dianas, quae omnia maligni daemones et spiritus nequam sunt, qui homines infideles, qui signaculo crucis nesciunt se munire, nocent et vexant".
  9. Apocalipsis 1.8
  10. La Cruz de la Victoria grabada en piedra
  11. Museo Prerrománico de San Martín (Salas)
  12. "Con este signo se protege al pío, con este signo es vencido el enemigo"
  13. "Oh verdaderamente digno y más Santo Apóstol que refulge como áurea cabeza de España, nuestro protector y patrono nacional, evitando la peste, se del cielo salvación, aleja toda enfermedad, calamidad y crimen. Muéstrate piadoso, protegiendo al rebaño a ti encomendado, se manso pastor para el rey, el clero y el pueblo, que con tu ayuda disfrutemos de los gozos de lo alto, que nos revistamos de la gloria del reino conquistado, que por ti nos libremos del infierno eterno."

[editar] Véase también

Estado predecesor:
Ninguno
Reino de Asturias
718925
Estado sucesor:
Reino de León
9101230
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