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Jesús de Nazaret - Wikipedia, la enciclopedia libre

Jesús de Nazaret

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Para otros usos de este término, véase Jesús (desambiguación).
Aunque no existen retratos de Jesús de la época, son muy frecuentes sus representaciones en el arte cristiano. Jesús con la cruz a cuestas, por El Greco
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Aunque no existen retratos de Jesús de la época, son muy frecuentes sus representaciones en el arte cristiano. Jesús con la cruz a cuestas, por El Greco

Jesús de Nazaret, llamado también Cristo o Jesucristo, es la figura central de las religiones denominadas cristianas, la mayoría de las cuales establecen como dogma de fe que fue el hijo de Dios, redimió con su muerte al género humano y resucitó al tercer día después de su muerte. El Islam lo considera uno de sus profetas más importantes y es uno de los personajes que han ejercido una mayor influencia en la cultura occidental. Según la opinión mayoritariamente aceptada en medios académicos, basada en una lectura crítica de los textos sobre su figura [1], Jesús de Nazaret fue un predicador judío que vivió a comienzos del siglo I en las regiones de Galilea y Judea (en el actual Israel) y fue crucificado en Jerusalén en torno al año 30.

Lo que se conoce de Jesús depende casi absolutamente [2] de la tradición cristiana, especialmente de la utilizada para la composición de los evangelios sinópticos, redactados, según opinión mayoritaria, unos 30 ó 40 años, como mínimo, después de su muerte. La mayoría de los estudiosos considera que mediante el estudio de los evangelios es posible reconstruir tradiciones que se remontan a contemporáneos de Jesús, aunque existen grandes discrepancias entre los investigadores en cuanto a los métodos de análisis de los textos y las conclusiones que de ellos pueden extraerse. Existe una minoría que incluso niega la existencia histórica de Jesús de Nazaret. [1].

Tabla de contenidos

[editar] El nombre de Jesús

En griego, lengua del Nuevo Testamento, es designado con el nombre Iesous (Ιησους), relacionado con el hebreo Yehoshua, que significa ‘Yahveh salva’), y que designa también a un personaje del Antiguo Testamento, Josué, sucesor de Moisés. Se sabe que era un nombre frecuente en la época, ya que en la obra de Flavio Josefo son mencionados unos veinte personajes de igual denominación. La forma de este nombre en arameo —el idioma de la Judea del siglo I— es la que con toda probabilidad usó Jesús: Ieshuá (ישׁוע, Yēšûaʿ). Se cree que sus seguidores le llamaban Rabí Ieshúa bar Iosef (‘maestro Jesús, hijo de José’) o Yeshua ha Notzri (‘Jesús (o Josué) el Nazareno’).

En los evangelios, el nombre de Jesús va acompañado con frecuencia del epítero "nazarenos" (Iesous ho nazarenos (Jesús de Nazaret [3]), aunque a veces se utiliza la forma nazoraios [4]. La interpretación de estos epítetos depende de los autores: para algunos ambos hacen referencia a su localidad de origen,Nazaret; otros, en cambio, interpretan nazoraios de manera diferente ("nazoreo").

Jesús a veces se autodenomina en los evangelios "Hijo del Hombre", expresión que aparece también en el Libro de Daniel y cuyo sentido concreto es discutido por los especialistas.

Otras designaciones de Jesús presentes en el Nuevo Testamento son con toda probabilidad posteriores a su muerte: los epítetos "Señor" y "Salvador", el nombre "Emmanuel" (que significa "Dios con nosotros"[5]); y, sobre todo, Cristo (en griego χριστος, jristós, que significa "ungido"), traducción al griego de "mesías" (en hebreo משיח mašíaj).

Del árabe del Islam viene el nombre de Isá que en el Corán, se refiere a Jesús de Nazaret como Isá Al-Masij (Jesucristo). En el árabe cristiano se le conoce como Yesúa Al-Masij.

En el Talmud judío aparece un personaje llamado Ieshú ben Pantera, o Ieshú ha Notzri, que es generalmente identificado con Jesús de Nazaret.

[editar] Fuentes

Se ha investigado y discutido mucho, en los últimos dos siglos, sobre la fiabilidad de los datos que la tradición cristiana nos ha transmitido acerca de la vida de Jesús de Nazaret. Los documentos que proporcionan información biográfica sobre Jesús son principalmente ciertos textos cristianos, algunos de los cuales se encuentran incluidos en el Nuevo Testamento canónico. Entre estos escritos destacan, como fuente de información acerca de Jesús, los evangelios. Los más tempranos (los cuatro canónicos y tal vez también algunos apócrifos, como los de Tomás y de Pedro) fueron redactados en la segunda mitad del siglo I o a comienzos del siglo II. Sin embargo, en ellos la narración biográfica se encuentra estrechamente imbricada con la argumentación catequética.

Además, Jesús es mencionado en un texto no cristiano de la última década del siglo I —es decir, de unos 60 años después de su muerte—, las Antigüedades judías del historiador Flavio Josefo, en las que se le cita en dos ocasiones, si bien la primera parece ser una interpolación cristiana y la segunda, probablemente auténtica, es una mención indirecta, en relación con la muerte de su hermano Santiago.

[editar] Nuevo Testamento

[editar] Las cartas de Pablo de Tarso

Los textos más antiguos conocidos relativos a Jesús de Nazaret son las cartas escritas por Pablo de Tarso, consideradas anteriores a los evangelios. Pablo no conoció personalmente a Jesús. Su conocimiento de él y de su mensaje puede provenir de una doble fuente [6]: por un lado, sostiene en sus escritos que se le apareció el propio Jesús resucitado para revelarle su evangelio, una revelación a la que Pablo concedía gran importancia (Gal 1,11-12); por otro, también según su propio testimonio, mantuvo contactos con miembros de varias comunidades cristianas, entre ellos varios seguidores de Jesús. Conoció, según él mismo afirma en la Epístola a los Gálatas, a Pedro (Gal 2, 11-14), Juan (Gal 2, 9), y Santiago, al que se refiere como "hermano del Señor" (Gal 1, 18-19; 1 Cor 15, 7).

Aunque en el Nuevo Testamento se atribuyen a Pablo catorce epístolas, solo existe consenso entre los investigadores actuales en cuanto a la autenticidad de siete de ellas, que se datan generalmente entre los años 50 y 60 ((1 Tesalonicenses, Filipenses, Gálatas, 1 Corintios, 2 Corintios, Romanos y Filemón). Estas epístolas son cartas dirigidas por Pablo a comunidades cristianas de diferentes lugares del Imperio romano, o a individuos particulares. En ellas se tratan fundamentalmente aspectos doctrinales del cristianismo. Pablo se interesa sobre todo por el sentido sacrificial y redentor que según él tienen la muerte y resurrección de Jesús, y son escasas sus referencias a la vida de Jesús o al contenido de su predicación [7].

Sin embargo, las epístolas paulinas sí proporcionan alguna información. En primer lugar, se afirma en ellas que Jesús nació "según la Ley" y que era del linaje de David, "según la carne" (Romanos 1, 3), y que los destinatarios de su predicación eran los judíos circuncisos (Rom 15, 8). En segundo lugar, refiere ciertos detalles acerca de su muerte: indica que murió crucificado (2Cor 13, 4), que fue sepultado y que resucitó al tercer día (1Cor 15, 3-8), y se atribuye su muerte a los judíos (1 Tes 2, 14) y también a los “poderosos de este mundo” (1 Cor 2, 8). Además, la Primera Epístola a los Corintios contiene un relato de la Última Cena (1 Cor, 23:27), semejante al de los evangelios sinópticos (Mt 26, 26-29; Mc 14, 22-25; Lc 22, 15-20).

[editar] Los evangelios canónicos

Entre los escritos incluidos en el Nuevo Testamento, la principal fuente de información acerca de la vida y doctrina de Jesús se encuentra en los evangelios canónicos, especialmente en los tres sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas). Aunque ninguno de ellos es una biografía fiable de Jesús, debido a su evidente intención catequética, la mayoría de los investigadores actuales cree posible extraer de ellos información útil acerca del Jesús histórico aplicando un método hermenéutico riguroso. Existe hoy un amplio consenso en considerar que el de Marcos es el más antiguo de los tres evangelios, y el más cercano, por lo tanto, al Jesús histórico (Problema sinóptico) [8]. Las pesquisas sobre el Jesús histórico se han centrado sobre todo en el evangelio de Marcos —generalmente datado entre los años 65 y 75—, así como en el material común a Lucas y Mateo que no procede de Marcos y que desde el siglo XIX se considera procedente de un hipotético texto previo denominado con la letra Q —del alemán Quelle: fuente—, considerablemente más antiguo, que probablemente consistiría en una colección de dichos de Jesús, semejante al conservado evangelio de Tomás.

La crítica actual ha localizado en los evangelios seis fuentes distintas e independientes entre sí cuyo origen está en la comunidad cristiana primitiva:

  1. La fuente Q, material común a los evangelios de Mateo y Lucas.
  2. El evangelio de Marcos.
  3. El material propio de Mateo (M).
  4. El material propio de Lucas (L).
  5. El evangelio de Juan.
  6. El evangelio de Tomás.

Uno de los criterios para averiguar la historicidad probable de un hecho o dicho evangélico consiste en comprobar en cuántas de estas fuentes independientes es mencionado: por ejemplo, es indudable que la expresión “Reino de Dios” procede de la predicación de Jesús de Nazaret, pues se encuentra en las seis fuentes. Este método es el empleado por los autores del llamado Jesus Seminar, perteneciente a la llamada tercera búsqueda del Jesús histórico, matizado por otras muchas consideraciones de tipo histórico y antropológico.[9]

[editar] Otros documentos

No se menciona a Jesús de Nazaret en textos no cristianos contemporáneos a su actividad ni inmediatamente posteriores. La primera alusión se encuentra en la obra del historiador judeo-romano Flavio Josefo Antigüedades judías, más de medio siglo después de su muerte. Incluso durante el siglo siguiente, las menciones son muy escasas y hacen más bien referencia a la actividad de los cristianos. Este silencio contrasta con la popularidad que los evangelios atribuyen a Jesús: de acuerdo con varios pasajes del Nuevo Testamento [10], la predicación de Jesús congregó a multitudes.

La obra de Flavio Josefo se refiere a Jesús en dos pasajes. El primero de ellos, conocido como testimonio flaviano, es en gran medida, según todos los indicios, una falsificación cristiana posterior. El segundo pasaje goza de mayor credibilidad. Al narrar la muerte por lapidación de un dirigente religioso llamado Jacobo (o Santiago) lo identifica como “hermano de Jesús” (20:9:1). Parece tratarse del mismo Santiago citado por Pablo de Tarso en su epístola a los gálatas.

A comienzos del siglo II, Plinio el Joven, en una carta al emperador Trajano, menciona que los cristianos "le cantan himnos a Cristo (casi Dios, según dicen)" (Epístolas 10:96). Hacia 116 ó 117, el historiador Tácito, hablando de las persecuciones de Nerón, comenta que los cristianos toman su nombre "de un tal Cristo, que en época de Tiberio fue ajusticiado por Poncio Pilato" (Anales, 15:44:2-3). Suetonio, hacia 120, menciona a los cristianos y en otro pasaje de la misma obra, hablando del emperador Claudio, dice que a "los judíos, instigados por Chrestus, los expulsó de Roma por sus hábitos escandalosos" (De Vita Caesarum. Divus Claudius, 25). Sin embargo, no hay prueba de que el tal Chrestus tenga que ver con Cristo; en todo caso, el pasaje haría referencia a un agitador judío en la Roma de los años 50.

Existe otro texto, bastante dudoso, que podría hacer referencia a Jesús de Nazaret: es una carta, conservada en siríaco, escrita por un tal Mara Bar-Serapion, en la que se habla de un "rey sabio" condenado a muerte por los judíos. No hay acuerdo sobre si esta carta data del siglo I, II o III de nuestra era, y tampoco está claro si es o no una referencia a Jesús de Nazaret.

No existen más referencias históricas acerca de Jesús del siglo I o principios del siglo II, al margen del Nuevo Testamento, pese a que numerosos historiadores y pensadores documentaron bastante exhaustivamente la época (entre ellos Filón de Alejandría, Juvenal, Séneca, Plutarco, Apolonio, Luciano, Aulo Gelio, Dión Crisóstomo y Valerio Flaco).

[editar] Vida

Los únicos textos útiles para intentar reconstruir la vida de Jesús son los incluidos en el Nuevo Testamento y, muy especialmente, los evangelios. Sin embargo, la finalidad principal con que estos textos fueron escritos no fue la de reconstruir la biografía de Jesús, sino la de difundir su mensaje. Se ha comprobado que los evangelios tienen diferencias entre sí. Además, la historia de su escritura plantea ciertos problemas. No obstante, guardadas las oportunas reservas, permiten trazar las líneas maestras de la vida de Jesús de Nazaret.

[editar] Nacimiento e infancia

Sólo dos de los cuatro evangelios canónicos, Mateo y Lucas,[11] proporcionan información sobre la infancia de Jesús.[12] En el resto del Nuevo Testamento, sólo Pablo hace un par de alusiones indirectas al origen de Jesús, cuando afirma que fue nacido de mujer (Gal 4:4) y que procedía de la estirpe de David, “en cuanto hombre” (Romanos 1:3).

Los relatos de Mateo y Lucas presentan entre sí algunas diferencias, aunque también podría deducirse que se complementan, considerando el inicio del relato de Lucas, que dice, en la versión NVI: "Muchos han intentado hacer un relato de las cosas que se han cumplido entre nosotros, tal y como nos las transmitieron los que desde el principio fueron testigos presenciales y servidores de la palabra. Por lo tanto, yo también, excelentísimo Teófilo, habiendo investigado todo esto con esmero desde su origen, he decidido escribírtelo ordenadamente, para que llegues a tener plena seguridad de lo que te enseñaron."

  • Según Mateo, María y su esposo, José, viven (según parece, pues no se relata ningún viaje) en Belén. María queda inesperadamente embarazada y José resuelve repudiarla, pero un ángel le anuncia en sueños que el embarazo de María es obra del Espíritu Santo y profetiza, con palabras del profeta Isaías,[13] que su hijo será el Mesías que esperan los judíos. Unos magos de Oriente llegan a Jerusalén preguntando por el “rey de los judíos que acaba de nacer” con la intención de adorarlo, lo que alerta al rey de Judea, Herodes el Grande, que decide acabar con el posible rival. Los magos, guiados por una estrella, llegan a Belén y adoran al niño. De nuevo, el ángel visita a José y le advierte de la inminente persecución de Herodes, por lo que la familia huye a Egipto y permanece allí hasta que, a la muerte del monarca (de nuevo notificada a José por el ángel), deciden asentarse en Nazaret.
  • El relato de Lucas es diferente en algunos aspectos. En su evangelio, María y José viven en la ciudad galilea de Nazaret. La historia de la concepción de Jesús se entrelaza aquí con la de Juan el Bautista —ya que en este evangelio María e Isabel, madre del Bautista, son parientes— y el nacimiento de Jesús es notificado a María por un ángel (lo que conocemos como anunciación). El emperador Augusto ordena un censo en el cual cada uno debe empadronarse en su lugar de nacimiento y José debe viajar a Belén, por ser originario de este lugar. Jesús nace en Belén mientras se encuentran de viaje y es adorado por pastores. Lucas añade además breves relatos sobre la circuncisión de Jesús, sobre su presentación en el templo y una anécdota que le ocurrió en un viaje a Jerusalén con motivo de la Pascua, cuando tenía doce años.

Hay acuerdo entre ambos evangelistas en cuanto a la identidad de la madre de Jesús y su marido y en cuanto al carácter milagroso de su nacimiento. Además, los dos coinciden en el lugar de nacimiento de Jesús: Belén de Judea. Sin embargo, se advierten diferencias en puntos como los siguientes:

  • En el relato de Mateo, María y José viven, al parecer, en Belén, pues no se relata ningún viaje. En el de Lucas, en Nazaret.
  • En el relato de Mateo, el ángel se aparece, en tres ocasiones, a José; en el de Lucas sólo se aparece, en una ocasión, a María.
  • Las historias de los magos de Oriente, la matanza de los inocentes y la huida a Egipto sólo aparecen en Mateo.
  • Las historias de la adoración de los pastores, la circuncisión de Jesús, la presentación de Jesús en el templo y el encuentro de Jesús con los doctores del templo sólo se encuentran en Lucas.

Estos relatos de la infancia parecen bastante posteriores a las tradiciones acerca de la predicación y muerte de Jesús. No aparecen en Marcos, considerado el evangelio más antiguo. En el caso de Mateo, la intención principal parece ser subrayar la condición mesiánica de Jesús (se relacionan los hechos con varias citas del Antiguo Testamento). Mateo incluye además una genealogía que vincula a Jesús con la estirpe de David a través de José que, posiblemente, evoca una versión más antigua, tal vez anterior a la idea del nacimiento milagroso, según la cual José fue el verdadero padre de Jesús.[14]

En lo que se refiere a la cronología del nacimiento de Jesús, existe una importante discrepancia: en Mateo se afirma que Jesús nació en tiempos de Herodes el Grande (muerto en 4 adC); en Lucas, que el viaje de María y José a Belén tuvo lugar siendo Quirino gobernador de Siria (después de 6 ddC, según el historiador judío Flavio Josefo). Es imposible conocer con certeza en qué año nació Jesús, aunque muy probablemente ocurrió en el intervalo de diez años entre 4 adC y 6 ddC, lo que parece corroborado por otras referencias evangélicas.[15] Convencionalmente, se adoptó como su fecha de nacimiento la calculada en el siglo VI por Dionisio el Exiguo, basada en cálculos erróneos y que hoy sirve de inicio de la llamada era cristiana;[16] también convencionalmente, en el siglo IV comenzó a celebrarse su nacimiento el 25 de diciembre.[17] En cuanto a su lugar de nacimiento, Lucas y Mateo coinciden en situarlo en Belén. Sin embargo, esto se ha puesto en duda, fundamentalmente, por dos razones: en primer lugar, porque se contradice con el nombre con el que es designado habitualmente Jesús en los evangelios (Jesús de Nazaret) y, en segundo lugar, porque parece probable que narrando el nacimiento de Jesús en Belén lo que se persiguiese fuera vincularlo a la casa de David y reforzar la idea de su condición mesiánica. Mateo cita un pasaje del profeta Miqueas, según el cual el Mesías habría de nacer en Belén:

Cristo en casa de sus padres, por John Everett Millais
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Cristo en casa de sus padres, por John Everett Millais
Pero tú, Belén Efrata, aunque pequeña para figurar entre los clanes de Judá, de ti me saldrá quien ha de ser dominador en Israel, cuyos orígenes vienen de antaño, desde los días antiguos.
Miqueas (5, 1)

Según los evangelios, Galilea en particular tenía bastante mala fama en el mundo judío del siglo I.[18]

Sobre la familia de Jesús, todos los evangelios están de acuerdo en el nombre de su madre, María. No hay referencias al nacimiento milagroso en Marcos, pero sí en Mateo y Lucas. Los hermanos de Jesús son mencionados en varias ocasiones en los evangelios y en otros libros del Nuevo Testamento,[19] lo cual se ha convertido en un dato incómodo para las confesiones católicas, para las cuales es un dogma la virginidad de María, antes y después del parto. En Mc 6:3 se mencionan los nombres de los cuatro hermanos varones de Jesús: Jacob (Santiago), José, Judas y Simeón o Simón, y se indica también la existencia de, al menos, dos hermanas (pues el texto dice "sus hermanas"). Quizás lo más explícito que aparece en los evangelios acerca de que María tuvo otros hijos es lo que dice Mateo 1:25 "Pero no tuvo relaciones conyugales con ella hasta que dio a luz un hijo, (Var. su hijo primogénito), a quien le puso por nombre Jesús"

En cuanto a la idea de un origen davídico de la familia de Jesús, según lo registrado en Mt 1:1-16 y Lc 3:23-31, las dos genealogías presentan diferencias a partir de la descendencia de David. Mateo menciona a Salomón como uno de los antepasados de Jesús, en la línea del rey David, en tanto que Lucas menciona a Natán, otro de los hijos de David. En este punto, es preciso tener en consideración que Lucas dice, en el versículo 23, que Jesús era hijo de José, según se creía y, a partir de José, llega hasta David. De lo que podría concluirse que su origen davídico no debería estar en discusión y que, muy probablemente, fue descendiente también de Salomón, el hijo que sucedió a David en el trono. La expresión “hijo de David” aplicada a Jesús, como su probable nacimiento en Belén, está relacionada con su identificación con el Mesías.

Fuera del Nuevo Testamento, no existen registros ni referencias a ninguna aldea o localidad de Nazaret anterior al siglo IV, no consta en ninguna parte del Antiguo Testamento, ningún geógrafo o historiador de la Antigüedad la nombra, no es mencionada por el minucioso historiador Flavio Josefo, no se encuentra citada dentro de las 63 localidades que cita el Talmud, e incluso San Pablo no dice nada al respecto [20].

Parece ser que tanto Jesús como su supuesto padre putativo, José, ejercieron la profesión de carpinteros (Marcos 6:3, Mateo 13:55).[21]

[editar] Vida pública

No se conoce con certeza cuánto tiempo duró la vida pública de Jesús. Los evangelios sinópticos mencionan una sola fiesta de Pascua celebrada por él con sus discípulos en Jerusalén, durante la cual fue detenido y crucificado. Eso parece sugerir que su vida pública duró solamente un año. En el Evangelio de Juan, por el contrario,[22] se mencionan tres fiestas de Pascua, las tres celebradas por Jesús en Jerusalén, lo que hace suponer que el ministerio de Jesús se prolongó durante dos años. En todos los evangelios sólo hay una indicación precisa de fecha, la que se ofrece en Lucas (Lc 3:1-2), indicando que la actividad de Juan el Bautista se inició el año 15 del mandato de Tiberio, lo que puede coincidir, según diferentes cálculos, con los años 27, 28 ó incluso 29 de nuestra era, aunque la mayoría de los autores se inclina por el año 28.[23] Combinando este dato con lo que se dice en el evangelio de Juan acerca de las tres celebraciones de la Pascua, así como con otros indicios de los textos evangélicos, algunos autores consideran probable que la actividad pública de Jesús tuviese lugar entre los años 28 y 30 e incluso llegan a determinar como fecha probable de su crucifixión el 14 de Nisán (7 de abril) del año 30 de la era cristiana.[24] Debe indicarse, sin embargo, que estas conclusiones se basan en indicios bastante frágiles, por lo cual deben tomarse con precaución.

Judea y Galilea en el siglo I
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Judea y Galilea en el siglo I

La vida pública de Jesús se inicia, según todos los evangelios, con su bautismo por Juan el Bautista en la región del río Jordán. No existen más registros, aparte del evangelio de Juan, quien lo menciona, de que Jesús mismo bautizara como lo hizo Juan el bautista. Al parecer se dedicó de lleno a la tarea de predicar la próxima llegada del Reino de Dios, así como a sanar enfermos y a practicar lo que actualmente conocemos como exorcismos, aunque en su caso esta actividad era pública. Seguido de un grupo de fieles, de entre los cuales escogió a sus más cercanos, los doce apóstoles o enviados, con los cuales recorrió en su actividad toda Galilea (especialmente el área en torno a Cafernaún) y las regiones aledañas de Fenicia, la Decápolis y el territorio de la tetrarquía de Herodes Filipo.

Según los evangelios, su predicación transmitía un mensaje de esperanza especialmente dirigido a los marginados. Posiblemente llegó a congregar a grandes multitudes (se habla, por ejemplo, de cinco mil personas en referencia a la multiplicación de los panes y los peces).[25] Se trasladó a Jerusalén para celebrar allí la Pascua con sus discípulos, y entró triunfalmente en la ciudad. Durante su ministerio, Jesús tuvo varios enfrentamientos con las autoridades religiosas judías, de los cuales el más conocido fue la expulsión de los mercaderes del templo de Jerusalén.

[editar] Jesús y Juan el Bautista

Bautismo de Cristo, pintura de Piero della Francesca
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Bautismo de Cristo, pintura de Piero della Francesca

En los cuatro evangelios canónicos, el comienzo de la vida pública de Jesús lo marca su bautismo por Juan en el Jordán. El evangelio de Marcos se inicia con este acontecimiento, al que todos los evangelistas conceden una gran trascendencia. En los cuatro relatos, el bautismo de Jesús coincide con una teofanía que en Marcos (la versión más antigua, posiblemente) es descrita así:

Luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: «Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo complacencia».
Marcos (1, 10-11)

Juan el Bautista es un personaje relativamente bien conocido gracias a la información que de él proporciona Flavio Josefo, que afirma que era “un hombre de bien que incitaba a los judíos [...] a ser justos los unos con los otros y píos hacia Dios, y a ir juntos al bautismo” (Antigüedades judías XVIII, 116-119) y relata que Herodes Antipas lo ejecutó por miedo a que levantase una revuelta.[26] El mensaje de Juan parece bastante semejante al que luego proclamará Jesús; según Mateo, en su predicación hacía referencia al Reino de los Cielos (Mt 3:2) e insistía en la necesidad de un pronto arrepentimiento. El hecho de que Jesús se sometiese al rito bautismal sugiere que tal vez formase inicialmente parte de la comunidad religiosa del Bautista, una comunidad que acaso tuvo rasgos en común con los esenios, que practicaban con frecuencia las abluciones rituales. Aunque Jn 1:33 dice que Juan el Bautista declara no haber conocido a Jesús hasta ese preciso momento. Sin embargo, Jesús no parece haber heredado de Juan el uso de este rito: en los sinópticos no se hace nunca referencia a que Jesús bautizase y sólo en el evangelio de Juan, bastante más tardío, se mencionan bautismos realizados por Jesús (concretamente en Jn 3:22). El de Juan es, además, el evangelio que más desarrolla la relación entre Jesús y Juan el Bautista.

En los evangelios, Juan se considera a sí mismo un precursor, declarando que no es digno de desatar la correa de las sandalias de Jesús y que éste bautizará “en el Espíritu Santo” (Mc 1:7-8, Mt 3:11, Lc 3:16, Jn 1:26-27). Por su parte, Jesús habla con gran respeto de Juan, afirmando que “entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor” (Mt 11:11), si bien añade que “el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él”. En el evangelio de Juan se sugiere que entre los discípulos de Jesús y del Bautista llegó a haber cierta rivalidad (Jn 3:22-36), pero se deja claro que Juan aceptó siempre su subordinación a Jesús.

Debe tenerse en cuenta que los evangelios fueron escritos por seguidores de Jesús, posiblemente con la finalidad de conseguir nuevos conversos. Si, como parece, Juan el Bautista fue un personaje relativamente conocido y respetado en su tiempo (como parece demostrarlo el hecho de que Flavio Josefo se refiera a él bastante por extenso), es bastante explicable que los evangelistas lo presenten admitiendo públicamente la superioridad de Jesús.

[editar] Predicación

Por el conjunto de los evangelios (con especial crédito al capítulo sexto del evangelio según san Marcos), se deduce que predicó y actuó especialmente en la zona norte de Palestina y, preferentemente, en las aldeas que bordeaban el lago de Genesaret. De aquí surgieron sus primeros discípulos: pescadores del lago. Posiblemente, después regresó a Nazaret, donde no fue bien recibido.

Aunque se trata de un tema discutido entre los especialistas, parece ser que el mensaje de Jesús iba dirigido en exclusiva a los judíos. Según Mateo, así lo dijo: “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mt 15:24). Según los evangelios, sanó también a gentiles, como el criado del centurión de Cafarnaún o la hija de la mujer sirofenicia, conmovido por la fe que demostraron.

Ahora bien, según los evangelios, entre los judíos no sólo no hizo distinciones entre grupos sociales proscritos tales como los samaritanos, sino que incluso mostró una marcada predilección por los pobres, los leprosos, los marginados sociales e incluso los pecadores. Entre sus seguidores había pescadores, agricultores, un publicano (recaudador de impuestos)... y también varias mujeres. Sin embargo, eligió sólo a hombres para que se convirtieran en sus doce apóstoles: Simón Pedro; Andrés, hermano de Simón; Santiago el Mayor; Juan, hermano de Santiago; Felipe; Bartolomé (llamado en el evangelio de Juan “Natanael de Caná”); Tomás; Mateo (también llamado “Leví el de Alfeo”); Santiago el de Alfeo; Judas el de Santiago, llamado Judas Tadeo; Simón el Cananeo, también conocido como “Simón el Zelote”, y Judas Iscariote.

Siguiendo lo escrito en los evangelios, el núcleo de la predicación de Jesús es el anuncio del Reino de Dios, cuya llegada se presenta a la vez como muy cercana y como imposible de prever. En este sentido, Jesús se muestra como un predicador apocalíptico, que anuncia el fin de los tiempos y la llegada de Dios como supremo juez. Para entrar en el Reino de Dios que Jesús profetiza es necesaria una transformación interior que alcanza todos los ámbitos de la existencia humana. Claramente se dice que no todos entrarán en el Reino de Dios.

En este contexto, la realidad del Reino de Dios sólo es descrita por Jesús mediante parábolas, en muchas de las cuales aparece “un contraste entre un inicio pequeño e insignificante y un final espléndido”.

En algunos aspectos, la predicación de Jesús entró en conflicto con la interpretación que de la ley judía hacían otros grupos religiosos (fundamentalmente saduceos y fariseos), sobre todo en dos aspectos: la observancia del sábado y la pureza ritual.

[editar] Milagros

Según los evangelios, Jesús alcanzó fama como hacedor de milagros. En Lc 24:19 se indica que los discípulos que iban camino de Emaús dicen de él que era “poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo”. En el controvertido testimonio flaviano, en las Antigüedades judías (XVIII, 63), se dice que “llevó a cabo hechos sorprendentes”.

En total, en los cuatro evangelios canónicos se narran 27 milagros, de los cuales 14 son curaciones de distintas enfermedades, cinco exorcismos, tres resurrecciones, dos prodigios de tipo cósmico y tres signos extraordinarios. De estos milagros, 16 proceden del evangelio de Marcos, dos de la Fuente Q, cinco de la tradición propia de Lucas (L) y cinco del evangelio de Juan.

Hay cuatro relatos de exorcismos en el Evangelio de Marcos: la curación del poseso de la sinagoga de Cafarnaún (Mc 1:21-28), del endemoniado de Gerasa (Mc 5:1-21), de la hija de la mujer sirofenicia (Mc 7:24-30) y de un epiléptico (Mc 9:14-27). Un quinto exorcismo, que no aparece en Marcos, procede de la fuente Q y es un brevísimo relato acerca de la expulsión de un “demonio mudo” (Lc 11:14, Mt 12:22). Además, hay varios pasajes que hacen referencia de modo genérico a esta actividad (Mc 1:32-34, Mc 3:10-12, etc).

Los suspicaces atribuyeron a su connivencia con Belcebú este poder de expulsar a los demonios. Jesús se defendió enérgicamente de estas acusaciones (Mt 9:32-34, Mt 12:22-30, Mc 3:22-27, Lc 11:14-15, Lc 11:17-23). Además de las mencionadas, en los sinópticos hay otras muchas referencias a la práctica de exorcismos, que no aparecen en cambio en el más tardío evangelio de Juan.

Según los relatos evangélicos, no sólo Jesús tenía el poder de expulsar demonios, sino que transmitió ese poder a sus seguidores (Lc 10:17-20). Incluso se menciona el caso de un hombre que, sin ser seguidor de Jesús, expulsaba con éxito demonios en su nombre (Mc 9:38-40).

El evangelio de Marcos registra también un gran número de sanaciones: la suegra de Pedro (Mc 1:29-31), el leproso galileo (Mc 1:40-45), el paralítico de Cafarnaún (Mc 2:1-12), el hombre de la mano paralizada (Mc 3:1-6), la hemorroísa (Mc 5:25-34), el sordomudo de la Decápolis (Mc 7:31-37), el ciego de Betsaida (Mc 8:22-26) y Bartimeo, el ciego de Jericó (Mc 9:46-52). De estos, todos ellos tienen su equivalente en al menos uno de los otros dos sinópticos, excepto dos, el sordomudo de la Decápolis y el ciego de Betsaida, los únicos en los que Jesús emplea un cierto ritual que puede calificarse de mágico.

Otro relato de una curación de Jesús procede de la Fuente Q: el del criado del centurión de Cafarnaún (Mt 8:5-13, Lc 7:1-10), que es además recogido con algunas variantes por Juan (Jn 4:43-54). Además de los citados, existen en los otros evangelios canónicos otros cinco relatos de sanaciones, tres que sólo se encuentran en el evangelio de Lucas y otros dos que sólo están en el de Juan.

En los evangelios canónicos se mencionan también tres resurrecciones. La primera es la resurrección de la hija de Jairo, recogida por los tres sinópticos (Mc 5:21-24, Mt 9:18-26, Lc 8:40-56). Cada una de las otras dos es mencionada sólo por un evangelio: sólo el de Lucas registra la resurrección del hijo de la viuda de Naín (Lc 7:11-17 y sólo en el de Juan aparece el conocido pasaje de la resurrección de Lázaro (Jn 11:1-44).

Además de los mencionados, se relatan dos prodigios obrados por Jesús que suponen la alteración de las leyes de la Naturaleza: ordena a la tempestad que se calme y ésta obedece (Mc 4:35-41, Mt 8:23-27, Lc 8:22-25) y camina sobre las aguas (Mc 6:45-52, Mt 14:22-33, Jn 6:16-21). En los dos, se manifiesta la obediencia de las fuerzas cósmicas (el mar y el viento) a la autoridad de Jesús.

Un último grupo de milagros atribuidos a Jesús suelen clasificarse como signos extraordinarios, ya que tienen un sentido acusadamente simbólico. Se trata de tres milagros: la multiplicación de los panes y los peces —el único de todos los milagros de Jesús que es registrado por todos los evangelios (Mc 6:32-44, Mt 14:13-21, Lc 9:10-17, Jn 6:1-13), y del que existe una segunda versión, recogida sólo por Marcos y Mateo (Mc 8:1-10, Mt 15:32-39)—, la pesca milagrosa (Lc 5:1-11, Jn 21:1-19) y la conversión del agua en vino en las bodas de Caná (Jn 2:1-11).

[editar] Muerte de Jesús

La actividad mesiánica de Jesús se estima que duró poco más de dos años, según lo que menciona Juan el Evangelista en su evangelio: Jesús asistió a tres Pascuas judías (Juan 2:13; Juan 13) y murió en la tercera de ellas.

La última cena, cuadro de Leonardo da Vinci
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La última cena, cuadro de Leonardo da Vinci

Decidió subir a Jerusalén coincidiendo con la Pascua judía. Provocó a las autoridades religiosas con sus enseñanzas, permitiendo que lo proclamaran rey y expulsando a los mercaderes del templo. Esto trajo como consecuencia su apresamiento y ejecución. Se ha puesto en duda de si murió en una cruz o sólo en un palo vertical. Sin embargo, el evangelio da indicios de que se trataba de una cruz ("colocaron un letrero encima de su cabeza"; si hubiera sido un palo vertical, el letrero estaría encima de sus manos y no encima de su cabeza). La crucifixión era el método de ajusticiamiento habitual en el imperio romano por delitos graves o en casos de traición.

Respecto a la fecha de su muerte, tampoco hay certeza, si tenemos en cuenta el uso simbólico de los números en la Biblia. Existen diversas referencias en los evangelios, Flavio Josefo y Tácito, que indican que murió ajusticiado bajo mandato del procurador romano Poncio Pilato o Pilatos, siendo Tiberio emperador de Roma. Según Lucas, fue descendido de la cruz un viernes («era el día de la preparación y comenzaba el sábado»).

Algunos autores fechan la muerte de Jesús en abril del año 30, durante el tiempo de Pascua judía. Coincide, además, que en ese año el día de la pascua caía en sábado, como señalan los cuatro evangelios.

Su muerte no pudo suceder mucho más tarde, si tenemos en cuenta que Saulo de Tarso, el que luego sería san Pablo, se convirtió al cristianismo en el año 36 ó 37. Para entonces san Pablo y otros discípulos ya habían sido objeto de persecución por las autoridades judías, pues veían en su creciente número una amenaza.

Cristo en la cruz, de El Greco
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Cristo en la cruz, de El Greco

Pilato se embarcó rumbo a Roma en el año 38 a «comparecer» ante Tiberio por los cargos que le imputaban. Estos cargos son los que convertirían a Pilato, años más tarde, en el santo más venerado por la Iglesia del Bajo Egipto y la chipriota. Cuando llegó a Roma, Tiberio ya había muerto y Pilato fue condenado al destierro a orillas del Ródano por Calígula.

Esto dice Eusebio de Cesárea:

Aún no habían pasado tres años de la muerte del Maestro, cuando Vitelio, procónsul de Siria, dando oído a las quejas de los samaritanos
Historia eclesiástica (2, 7)

Pilato murió en el año 39. Si todavía no habían pasado «tres años de la muerte del Maestro» y Pilato se había embarcado en 38, entonces Jesús habría muerto en el año 35.

Ireneo de Lyon (130-208) —que fue auditor de san Policarpo (uno de los cuatro padres apostólicos y discípulo cercano de algún discípulo directo de Jesús)— dijo que «Jesús murió a una edad que lindaba en los cincuenta, en el umbral de su vejez». Por tanto, si aceptamos el año 35 para la muerte de Jesús, su nacimiento habría tenido lugar hacia el año 15 adC.

Según otra teoría, Herodes Antipas y Herodías se casaron hacia el año 35. Ése fue el motivo de la muerte de Juan el Bautista. Jesús que, según los evangelios murió después que el Bautista, tendría que haber sido crucificado hacia el año 36. La destitución de Pilato tuvo lugar hacia el 36-37, después de reprimir una revuelta en Samaria. Eso significa que éstas son las fechas más tardías posibles para datar la muerte de Jesús, si se acepta que su condena a muerte fue firmada por Pilato.

[editar] Resurrección de Jesús

Los evangelios afirman que Jesús resucitó tres días después de su muerte y ascendió a los cielos. Este hecho es considerado fundamental por la gran mayoría de las distintas confesiones cristianas y se conmemora cada año con las fiestas de la Pascua cristiana.

Se ha cuestionado acerca de cuál sería el día exacto de la resurrección de Jesucristo. La mayoría de las veces el argumento que más se utiliza es el por qué si Jesucristo muere un viernes y resucita al tercer día, lo hace en domingo, siendo este el segundo día después de la crucifixión.

Debemos recordar que para los judíos el día siguiente comienza al anochecer del día de hoy. Si contamos el viernes, el sábado (que comenzaba al anochecer del viernes) y el domingo, obtenemos que efectivamente Jesucristo resucitó al tercer día según la tradición hebrea en que está escrita la Biblia.

[editar] Jesús según los grupos cristianos tradicionales

Para los grupos cristianos tradicionales, llamados trinitarios por los testigos de Jehová, Jesús es el hijo del Dios Padre Yahvé, o sea la segunda persona de la Santísima Trinidad. Fue enviado por el Dios Padre para redimir al género humano del pecado original cometido por Adán y Eva al rechazar a Yahvé, representado en el hecho de haber comido el fruto del Árbol del Bien y del Mal. Para ellos, la venida de Jesús supone el inicio en la tierra del Reino de Dios.

Fue en el Concilio de Nicea I del año 325, convocado por el emperador Constantino I el Grande, cuando el trinitarismo se convirtió en doctrina oficial de la Iglesia Católica, frente al arrianismo. Ideas similares a las arrianas o simplemente no trinitarias subsisten actualmente en grupos tales como las Iglesias Unitarias o los Testigos de Jehová.

[editar] Referencias

  1. a b Aunque la mayoría de los historiadores y expertos bíblicos opina que estos datos pueden darse por ciertos, dada la concordancia de las fuentes, una minoría de estudiosos pone en tela de juicio la historicidad de Jesús de Nazaret, debido a la práctica inexistencia de menciones en fuentes no cristianas. Por citar solo algunos autores que afirman la historicidad de Jesús: Raymond E. Brown (La muerte del Mesías, ISBN 84-8169-485-1); John Dominic Crossan (Jesús, vida de un campesino judío, 1994, ISBN 84-7423-655-X; Jesús desenterrado, ISBN 84-8432-459-1 ), Geza Vermès (Jesús el judío: los manuscritos leídos por un historiador, 1994, ISBN 84-7669-213-7; La religión de Jesús el judío, 1996, ISBN 84-7979-201-9); Paul Winter (El proceso a Jesús, 1983, ISBN 84-85501-50-0); Bart Ehrman (Jesús, el profeta judío apocalíptico, 2001, ISBN 84-493-1027-X; Cristianismos perdidos: los credos proscritos del Nuevo Testamento, 2004, ISBN 84-8432-573-3). Solo una minoría muy reducida defiende la inexistencia de Jesús. Históricamente, esta posición es muy tardía, ya que la realidad de la existencia histórica de Jesús no comenzó a cuestionarse hasta el siglo XVIII. Los principales defensores de este punto de vista son Timothy Freke y Peter Gandy (Los misterios de Jesús. El origen oculto de la religión cristiana, 2000, ISBN 84-253-3450-0); Earl Doherty (El puzzle de Jesús, 2005, ISBN 84-9800-268-0) y George Albert Wells (The Historical Evidence for Jesus, 1988, ISBN 0-87975-429-X); The Jesus Myth, 1998, ISBN 0-8126-9392-2). La inmensa mayoría de las enciclopedias y obras de referencia aceptan la historicidad de Jesús. Es el caso, por citar un ejemplo prestigioso, de The New Encyclopaedia Britannica (Chicago, 1990), tomo 22 (ISBN 0-85229-511-1); pp. 360-377.
  2. Las referencias a Jesús en autores no cristianos son muy escuetas, y en algunos casos se ha puesto en duda que se refieran al mismo personaje que describen los evangelios.
  3. Mc 1:24, Mc 10:47, Lc 4:34, entre otros pasajes de los evangelios.
  4. Mt 2:23, Lc 18:37)
  5. En Mt 1:23, en un texto tomado de Is 7:14)
  6. Antonio Piñero, Fuentes del cristianismo, p. 325
  7. De hecho, en sus cartas cita con frecuencia textos del Antiguo Testamento, pero apenas sí se refiere a dichos de Jesús. Solo en 1 Cor, 23:27 acude directamente a la predicación de Jesús de Nazaret como fuente de autoridad. Esto no obsta para que algunos de sus textos tengan ciertas semejanzas con dichos de Jesús en los sinópticos.
  8. Es muy posible que los evangelios, escritos en griego, dependan de fuentes más antiguas en arameo, orales o escritas, transmitidas por testigos directos; las similitudes que presentan en aspectos tales como el relato del juicio y ejecución de Jesús así parecen afirmarlo. No se conserva, sin embargo, ningún escrito en arameo sobre Jesús
  9. El Jesus Seminar, dirigido por Robert W. Funk, analizó los dichos y hechos atribuidos a Jesús en sendos libros, The Five Gospels (1993) y The Acts of Jesus (1998). Utilizaron un sistema de colores para indicar el grado de historicidad de los dichos y hechos de Jesús, y llegaron a la conclusión de que sólo el 18% de los dichos y el 16% de los hechos atribuidos a Jesús son históricamente seguros (color rojo) o probables (color rosa).
  10. Véanse, entre otros, los siguientes: Mt 4:24-25, Mt 15:30, Mt 19:2, Mt 21:9, Lc 5:15, Lc 14:25
  11. Marcos, el evangelio mayoritariamente considerado más antiguo, no incluye ningún relato de la infancia de Jesús. Sólo documenta el nombre de la madre y la existencia de varios hermanos de Jesús (Mc 6:3)
  12. La infancia de Jesús es desarrollada ampliamente —con una considerable dosis de imaginación y abundantes anacronismos— por varios evangelios apócrifos, genéricamente conocidos como “apócrifos de la infancia”. Existe un amplio consenso en no concederles absolutamente ninguna fiabilidad histórica.
  13. En Mt 1:23 se cita Isaías 7:14.
  14. Geza Vermes; pp. 227-229.
  15. Lucas dice (Lc 3:23) que Jesús tenía unos treinta años en el comienzo de su vida pública, es decir, cuando fue bautizado por Juan el Bautista. Poco antes (Lc 3:1) data el comienzo de la predicación de Juan en el año decimoquinto de gobierno del emperador Tiberio, es decir, en 28 o 29 ddC.
  16. En el año 525, el papa Hormisdas encargó a Dionisio el Exiguo, un astrónomo y abad escita de un monasterio romano, establecer como año primero de la era cristiana el del nacimiento de Jesús. Dionisio se equivocó en unos seis años al datar el reinado de Herodes I el Grande, por lo que dedujo que Jesús nació el año 753 de la fundación de Roma. Éste es el origen de la actual era cristiana.
  17. Se declaró oficialmente el 25 de diciembre la fiesta de la Natividad de Jesús en el año 336, por orden del papa Julio I, cristianizando así una fiesta pagana que tiene sus raíces en la celebración del solsticio de invierno y que ya había sido instituida en el siglo III por Aureliano como natalicio del dios Sol Invictus. La elección de esta fecha no tiene ninguna base histórica.
  18. Véase, por ejemplo, Jn 7:41, entre otros muchos pasajes en que se muestra el desprecio de los judíos por Galilea y los galileos.
  19. Los evangelios los mencionan claramente: “Su madre y sus hermanos estaban fuera” (Mt 12:46-50). Además, es mencionado por Juan —“Porque ni aún sus hermanos creían en él” (Jn 7:5)—. Pablo también hace mención en sus cartas a “Santiago el hermano del Señor” (Gálatas 1:19). En Corintios, dice “¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, los hermanos del Señor y Cefas?” (1Corintios 9:5). El libro de los Hechos menciona a Santiago (Hechos 13:17, Hechos 15:13 y siguientes). Probablemente el único argumento en contra es la idea de la virginidad perpetua de María (antes, durante y después del parto), que aparece en la literatura cristiana del siglo II y se refleja en textos como el Protoevangelio de Santiago y otros textos excluidos del canon cristiano, en los que se argumentaba que los hermanos de Jesús eran hijos que José había tenido en un matrimonio anterior. Siglos más tarde, la teología católica, para defender el dogma de la virginidad de María, planteó el argumento de que la palabra utilizada para designar a los hermanos, tanto en arameo (âch-'achâ) como en griego (adélfoi), puede también utilizarse para denominar a los parientes, pero es de destacar que en griego existen otras palabras para referirse a los primos y parientes que nunca son usadas con los hermanos de Jesús.
  20. http://www.jesusneverexisted.com/nazareth.html
  21. Geza Vermes (p. 26) lo pone, sin embargo, en duda, indicando que en estos pasajes “carpintero” puede aparecer como sinónimo de sabio o erudito, como ocurre en algunos textos talmúdicos, bastante posteriores a la muerte de Jesús. Sin embargo, este sentido propuesto por Vermes no parece corresponderse con el contexto.
  22. Véase Jn 2:13, Jn 6:4 y Jn 11:55.
  23. Puig, p. 197.
  24. “En resumen, sopesando todos los datos en juego, cabe decantarse por la cronología que propone el Evangelio según Juan, más consistente y coherente que la de los evangelios sinópticos. Es muy probable que la muerte de Jesús se sitúe el viernes, el día 7 de abril del año 30 ddC, según el calendario cristiano, o el catorce de Nisán, vigilia de Pascua del año 3790 desde la creación del mundo, según el calendario oficial judío” (Puig, p. 201).
  25. Véase Mc 6:44, Mt 14:21, Lc 9:14 y Jn 6:10.
  26. El relato de los evangelios y el de Flavio Josefo sobre la muerte de Juan el Bautista son bastante diferentes. En los evangelios (Mc 6:17-29, por ejemplo), Juan es encarcelado por haber reprobado públicamente el matrimonio de Herodes Antipas con Herodías y se le ejecuta a causa de las intrigas de Herodías y Salomé. Los dos relatos coinciden, sin embargo, en lo esencial: Herodes consideraba al Bautista un peligro potencial por su influencia sobre el pueblo.

[editar] Bibliografía

  • CROSSAN, John Dominic: Jesús, vida de un campesino judío. Barcelona: Crítica, 1994. ISBN 84-7423-655-X.
  • CROSSAN, John Dominic: ¿Quién mató a Jesús? (Una exposición de las raíces del antisemitismo en los relatos bíblicos acerca de la muerte de Jesús). Buenos Aires: Planeta, 1995.
  • FUNK, Robert, et al. (eds.): The Five Gospels: What Did Jesus Really Say? The Search for the Authentic Words of Jesus. Nueva York: Macmillan, 1993. ISBN 006063040X.
  • FUNK, Robert, et al. (eds.): The Acts of Jesus: The Search for the Authentic Deeds of Jesus. San Francisco: Harper San Francisco, 1998. ISBN 0060629789.
  • PUIG, Armand: Jesús. Una biografía. Barcelona: Destino, 2005. ISBN 84-233-3752-9.
  • RYLANDS, L. Gordon: A Critical Analysis of the Four Chief Pauline Epistles: Romans, First and Second Corinthians, and Galatians (Análisis crítico de las cuatro epístolas paulinas: a los romanos, a los gálatas y primera y segunda a los corintios). Londres: Watts & Co., 1929.
  • RYLANDS, L. Gordon: Did Jesus Ever Live? (¿Existió Jesús?). Londres: Watts & Co., 1929.
  • VERMES, Geza: Jesús el judío. Barcelona: Muchnik, 1979 (segunda edición) ISBN 84-72-640005-1
  • WELLS, George A.: The Historical Evidence for Jesus (La evidencia histórica de Jesús). Buffalo (EE.UU.): Prometheus Books, 1982.
  • WINTER, Paul: El proceso a Jesús. Muchnik: Barcelona, 1983. ISBN 84-85501-50-0

[editar] Véase también

[editar] Enlaces externos

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